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Ágora: ¿Ya tendrá la oposición candidata?


¿Ya tendrá la oposición candidata?

Por: Emanuel del Toro.

Tras meses de incertidumbre e indefinición entre las filas de la oposición, el curso de los acontecimientos parece estar gestando un fenómeno mediático en torno a la figura de la Senadora Xóchitl Gálvez. Legisladora que si bien en lo formal pertenece a las filas del Partido Acción Nacional, suele ser una figura relativamente marginada de dicho partido; sin embargo, dadas las circunstancias que actualmente prevalecen, todo pareciera indicar que ella pudiera terminar siendo la abanderada de la oposición en la lucha por la Presidencia en 2024. Una contienda que huelga decir, luce perdida de antemano para los contrarios al obradorismo. ¿Pero existen posibilidades para que tal candidatura se consolide y/o pueda aspirar a algo?

De entrada habría que decir que Gálvez no es la candidata natural de la llamada alianza Va por México –PRI, PAN y PRD–, la cuestión es que si bien en lo formal ha participado por años con Acción Nacional, está muy lejos de gozar del favor de las dirigencias nacionales de los partidos de dicha alianza; para nadie es ningún secreto que los partidos que integran la alianza preferirían imponer como candidato a cualquiera de sus figuras de mayor trascendencia, piénsese por ejemplo en personajes tales como Enrique de la Madrid, Santiago Creel o Silvano Aureoles. Liderazgos frente a los que Gálvez no tendría algo más que ofrecer.

Si a ello se suman figuras de mayor raigambre entre las tres fuerzas políticas aliancistas, la lista de posibles candidatos no haría sino incrementarse. En tales condiciones habría que considerar a perfiles de mucha mayor tradición o trayectoria como Ricardo Anaya, Miguel Ángel Mancera, Claudia Ruiz Massieu o Beatriz Paredes y algún par más. Candidaturas potenciales, que si bien podrían satisfacer de cualquier criterio en lo interno, no parecieran ser de cara a la ciudadanía candidaturas competitivas, porque muy a su pesar, en términos de percepción representan la continuidad de un pasado y de un estilo de hacer política, que hoy se encuentra por demás desacreditado frente al electorado. Lo que haría de la contienda por la Presidencia, cualquiera que terminara siendo el propio candidato de Morena, –fuera Ebrard o Sheinbaum–, un mero trámite.

De ahí el creciente interés que muestra la oposición por el posicionamiento de figuras del pasado reciente con perfiles mucho más amplios que los habituales entre la clase política tradicional. Lo que le podría abrir la puerta no sólo a la propia Xóchitl Gálvez, sino también a personajes tales como Luis Donaldo Colosio, Gustavo de Hoyos, Sergio Aguayo o Lilly Téllez, con todo y que algunos de ellos ya han dejado en claro que no están interesados en participar. Lo cual no es ninguna sorpresa, porque bien han revelado los distintos sondeos de opinión que se han ido realizando en las últimas semanas, la realidad es que de momento, ninguno de los posibles candidatos que se quiera considerar, incluida la propia Gálvez lucen con posibilidades reales de enfrentarse al candidato de Morena.

No es pues tan fácil de dilucidar qué pudiera o no ocurrir de parte de la oposición. Y no lo es, porque se diga lo que se diga, muy a pesar de lo que la alianza opositora quisiera, al día de hoy la popularidad de Morena y la propia aprobación presidencial de cara al electorado, siguen siendo muy grandes; así, mientras la intención del voto por Morena y sus aliados ronda el 50%, la aprobación por la gestión presidencial roza el 60%. Todo ello en su conjunto indicaría que fuera Gálvez o cualquier otro el candidato de la alianza, no son pocas las razones para pensar que el triunfo morenista en 2024, estaría más que consumado.

Sin embargo, no es menos cierto también, que entre los posibles candidatos de la oposición, Gálvez parece ser la que mayores posibilidades de crecimiento ofrece de cara a la ciudadanía. La cuestión es que pese a que las propias dirigencias partidistas de la alianza se nieguen a reconocerlo, ninguno de los perfiles que en lo interno pudieran ser más fuertes, tiene el arrastre electoral suficiente para prosperar fuera de sus respectivos partidos. La cuestión en todo caso, faltando todavía más de medio año para definir la candidatura definitiva, sería resolver las condiciones en las que será elegida; la cuestión de fondo, es que no se sabe si será elegida por mecanismos internos, –entiéndase imposición o negociación–, o si será abierta a la ciudadanía, lo que sin duda promete tener un peso definitorio.

Si la consulta termina resolviéndose sin injerencias que comprometan su transparencia y/o regularidad, en ausencia de mejores perfiles, Gálvez no debiera tener ningún problema para ganar limpiamente su designación. Empero, ni el PRI de Alito Moreno, ni el PAN de Marko Cortés suelen caracterizarse por la limpieza de sus procesos internos. Por lo que aun tratándose –dentro de lo que cabe– de un perfil electoralmente competitivo, la moneda por la posible designación de Gálvez como abanderada de la alianza promete seguir en el aire un rato largo.

¿Cuáles son en todo caso las posibilidades reales de crecimiento que tiene un perfil como el de Gálvez si termina siendo la candidata abanderada de la alianza opositora? Lo de menos a dar por descontado, es que quienquiera que termine siendo el candidato de dicha alianza, habrá de poder contar el grueso del voto antiobradorista, una alianza por demás heterogénea de intereses, cuyo único punto coincidente es precisamente la animadversión hacia López Obrador. Voto con el que por sí mismo, a nadie le alcanza, y menos cuando la balanza de las intenciones está tan desproporcionada, porque como ya había indicado líneas arriba, según datos disponibles de los sondeos de opinión, poco más de la mitad del electorado tendría intenciones de refrendar su aprobación a la 4T en 2024.

En tales condiciones la opción de Gálvez ofrece a la alianza la posibilidad de un perfil que se desmarca de sus opciones naturales, tanto por su trayectoria pública, como la extracción social de su origen. El cual irónicamente la haría mucho más coincidente con ese México profundo del que discursivamente Morena se ha vuelto el abanderado por excelencia en los últimos años; un México de extracción social humilde, de origen entre los pueblos originarios, ajeno a los privilegios que caracterizan a tanto a la clase política tradicional, como a los sectores más encumbrados del país, el cual para decirlo claramente, resulta mucho más coincidente con la historia de vida de quienes mayores posibilidades tienen de ser los candidatos del propio Morena, a saber Ebrard o Sheinbaum.

Visto en ese modo, Gálvez no es tan mala posibilidad para una oposición que ya de entrada, tendrá que luchar sí o sí a contracorriente, si es que acaso pretende tener una posibilidad, por mínima que sea, de aspirar a participar más allá de lo formal. Un tema en el que mucho tendrá que ver qué ocurra en lo sucesivo con el propio proceso de selección de la candidatura en Morena, que en los papeles inicia en el papel contrario, porque salvo que algo extraordinario ocurra, a dicho partido cualquier candidatura le alcanza para ganar la Presidencia cómodamente.

En todo caso habrá que decir que el mayor de los males que el propio Morena puede llegar a enfrentar, son sus propias contradicciones e insuficiencias internas, mismas que hasta el momento no han tenido efectos en las intenciones de voto, como tampoco en la disciplina partidista de sus propias bases, y es de hecho, poco probable que lo lleguen a tener efectos. Pero este es un tema cuya complejidad merece un análisis futuro. De momento habrá que decir que aún falta mucho tiempo, y habrá que permanecer pendientes de lo que ocurra en los meses venideros.

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