top of page

Ágora: Rumbo al 2027

  • Foto del escritor: Emanuel del Toro
    Emanuel del Toro
  • hace 1 hora
  • 4 Min. de lectura
ree

Rumbo al 2027. Un comentario personal.

 

Por Emanuel del Toro.

 

Se lo diga a o no, lo mismo en San Luis Potosí que en el centro del país, cada vez hay más personas pensando en las próximas elecciones de 2027, ya sea por razón del interés que cada cual tiene respecto a los posibles contendientes, como las implicaciones que pudieran llegar a desencadenarse en términos de la configuración del propio gobierno una vez celebradas las elecciones. Si bien es cierto que todavía faltan cerca de dos años, y que la política es por su permanente imprevisibilidad, el mundo de lo azaroso y/o contingente, en el que el más mínimo movimiento de un actor, trae como consecuencia un cambio de estrategia y/o proceder en el resto de los actores en disputa, se vuelve imperativo escudriñar lo que ocurre en el mientras que de la cita electoral, con el propósito de anticipar posibilidades y/o ajustar nuestro propio proceder.

 

En ese sentido, para efectos de precisar el contexto al que nos enfrentamos de cara al escenario electoral de 2027, es necesario poner en perspectiva que la vida pública del país está al día de hoy, signada por un escenario político en el que lo que prevalece es una extrema polarización de posiciones. Lo que no quita de decir que dicha polarización se encuentra en buena medida deliberadamente alimentada y/o condicionada por los intereses del gobierno en turno, el cual ha sacado como ningún otro actor político, el mayor provecho del creciente estado de crispación ideológica en el que se encuentra la mayoría de la sociedad.

 

El tema es que por razones de estrategia política, el gobierno en turno ha terminado edificando y/o enalteciendo desde que está a cargo, un discurso público que se alimenta del antagonismo y/o el divisionismo maniqueo de unos contra otros. Sin que semejante proceder haya conseguido despertar el genuino interés de la ciudadanía para movilizarse, o siquiera para democratizar la agenda de lo público. La cual sigue secuestrada por un discurso que artificiosamente insiste en mantener deliberadamente dividido al país, entre aquellos que están con el oficialismo –y se les considera “pueblo sabio y bueno”–, y aquellos que –siendo calificados como “conservadores” y/o “fifís” o clasistas–,  a ojos de quienes hoy gobiernan, sólo buscan perjudicar el genuino interés nacional, como si se asumiera que la definición del propio interés nacional no cabe otro posible que el estar a fuerza de acuerdo con quienes hoy ostentan la titularidad del poder político.

 

  Semejante escenario hace muy poco por superar, no sólo el clima de crispación social que hoy tenemos, sino que encima contribuye a exacerbar la apatía y/o la escasa participación de la ciudadanía en las propias elecciones. Lo que trae como consecuencia un malsano reforzamiento del divisionismo ideológico, pero también una creciente apatía social, en el que el ciudadano común, difícilmente hace otra cosa que sólo votar cada y tanto que así lo ordena el calendario. Y a veces ya ni eso, como de hecho ocurrió en las últimas elecciones para definir las principales posiciones de poder en la configuración del Poder Judicial.

 

Un ejercicio poco o nada productivo en términos de participación, en el que ante las dudas que despertó su legitimidad y/o la transparencia y limpieza con que se realizó, apenas si logró despertar el interés de la ciudadanía, al punto de que ni siquiera acudieron a votar quienes en teoría están con el gobierno de turno. Lo que no es de sorprender si se considera que ante la voracidad con la que Morena ha terminado concentrando el poder, prácticamente nadie encuentra utilidad real o la más mínima credibilidad en los resultados obtenidos, después de todo, se ha terminado instalando la idea de que no importa si se va o no a votar, el gobierno de turno terminará diciendo lo que quiera con tal de simular legitimidad.      

 

Asimismo habría de tenerse en cuenta que la abulia política de la ciudadanía ha terminado agudizando y/o profundizando una severa crisis de representación partidista, a merced de la cual, ante el descredito de los partidos tradicionales y la insuficiencia y/o los excesos cometidos por el propio Morena, que al día de hoy perfila para terminar consolidando –muy a la usanza del viejo PRI–, un régimen político de partido hegemónico, cada vez con más frecuencia ocurre que actores fuera de la esfera política tradicional, –entiéndase actores, deportistas, empresarios y/o demás figuras públicas–,  terminan por incursionar en el ruedo político, lo mismo usando de plataforma viejos partidos, que apostando por opciones de participación independientes, al margen de lo convencional.  

 

Lo cual si bien abre en apariencia la posibilidad de ofrecerle a la política nacional una bocanada de aire fresco, en términos de representación y/o inclusión, al ampliar la baraja de posibilidades a elegir, deja también al descubierto los límites del sistema de partidos actual. Toda vez que con el involucramiento de actores foráneos nos vamos enfrentando cada vez más a los dilemas resultantes de su elección. Que vamos, el que puedan o no llegar actores de fuera del cuadrante tradicional de la política, es apenas la mitad del problema.

 

Para decirlo con claridad, cuantos más actores no tradicionales se involucren en el espacio de lo público, veremos como la válvula de presión se traslada de su elección, a las vicisitudes propias del ejercicio del poder. El cual, –se lo diga o no–, se encuentra permanente condicionado por la capacidad de quienes gobiernan, para formar coaliciones o alianzas estratégicas que les permitan sacar las políticas necesarias para capitalizar los intereses de sus electores. Porque en caso contrario la incapacidad de generar acuerdos para sacar adelante un nuevo estilo de hacer política, puede terminar haciendo más honda la crisis de representación que hoy vivimos. Porque la política es así, cada nueva posibilidad que se idea para resolver un problema, termina por repercutir en esferas en apariencia desconectadas.

 

Desde luego que hay todavía mucha tela de donde cortar, lo mismo para lo local, que para lo nacional. Y aunque pueda parecer todavía prematuro pretender vislumbrar que habrá de ocurrir, es imperativo comenzar a escudriñar el escenario político para ir perfilando no sólo quiénes terminarán contendiendo, sino también de qué modo es que podrían terminar definiendo sus estrategias, Un ejercicio que conviene hacerse periódicamente, toda vez que la política es por definición una esfera dinámica en la que el más mínimo cambio termina desencadenando reconfiguraciones de principio improbables.   

Aviso Oportuno

1/18
1/530
WhatsApp Image 2024-11-05 at 11.01.29 AM (2).jpeg
organon_Mesa de trabajo 1.jpg
JAZZ 2025 LA LEALTAD 243 X 400.jpg
WhatsApp Image 2025-06-06 at 10.51.36 AM.jpeg
Cirugía de párpados

Periodistas comprometidos con la verdad

Quiénes somos

Contacto

Anúnciate

Aviso legal

Aviso de privacidad

Derechos Reservados © La Lealtad 2025

  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
  • Grey YouTube Icon
bottom of page