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Ágora: Responsabilidad afectiva y madurez emocional



Responsabilidad afectiva y madurez emocional. Un comentario personal en torno a las relaciones de pareja y sus vicisitudes.

 

Por: Emanuel del Toro.

 

El peor de los carteles para alguien con pareja que sigue buscando "por si algo mejor aparece", viene cuando te dicen que siguen buscando, porque la rutina se ha llevado su relación al carajo; cuando escucho ese tipo de cuentos levanta aventuras, me da por pensar: puta que hueva, significa cuando menos que no tienes ni el talento, ni la capacidad, siquiera el interés de cautivar a la pareja que te ha dado lo mejor de sí misma.Y si no lo has tenido antes con quién ya te acompañó un tramo de tu vida, menos lo vas a tener con alguien que recién has conocido.

 

Porque cuando todo es novedad seguro podrá ser muy excitante, pero pasado un tiempo, otra vez terminará por salir la perenne mediocridad emocional de una persona incapaz de cultivar un cariño maduro, inteligente y responsable que en vez de anular o destruir nuestras cualidades, las potencie. Para decirlo claramente: quien es infiel una vez, es casi seguro que lo seguirá siendo para toda la vida, porque se trata por definición de una persona incapaz de establecer vínculos emocionales maduros y relaciones afectivas plenas.

 

En consecuencia, no importa cuán interesantes y/o espectaculares lleguen a ser las personas pasadas o futuras con las que se involucre, mientras esté invariablemente anclado a la búsqueda desesperada de cualquier cosa que lo mantenga ajeno a la responsabilidad de afrontar sus propias carencias, difícilmente llegará a dar otra cosa que no sea mentiras. Los infieles son por principio de cuentas, infieles a sí mismos. Luego entonces, si se son infieles a su propio sentir, ¿qué esperar de todo lo demás?

 

No es pues la primera vez que lo digo, y sin embargo, aquí voy de nuevo: No somos envases, somos contenido; piensa bien antes de siquiera intentar alterar lo que cada uno guarda, porque una vez que lo haces, nada vuelve a ser igual. Hay a quienes les gusta juntar envases por sentir que tienen más contenidos, llevándose a la boca de todo, poniendo la misma cuchara en distinto envase una y otra vez, sin darse cuenta que hagan lo que hagan por querer probar cuál les gusta más, a todos los terminan echando a perder. Si tienes delante de ti un contenido que te gusta pero no te convence, pasa y vete, pero al irte no regreses, porque eso de tener delante de ti un contenido mientras sigues mirando a todos lados por ver si algo mejor aparece, tarde que temprano terminará pudriéndolo todo.

 

Como Psicólogo y además entusiasta estudioso de las relaciones de pareja y sus múltiples o potenciales vicisitudes, nunca seré de los que recomienden tal tipo de cosas como dar celos a quien se ama. Pero carajo, si teniendo una pareja están muy empecinados en jugar por jugar a los miserables, al menos háganlo como corresponde y no errándole por soberbia a la puntería.

 

Si van a jugar, por decirlo de algún modo, a dar celos, denlos a otras de cómo tratan a su pareja, y no a su pareja de cómo tratan a otras personas. A muchos les gusta hacerla, pero cuando se las pagan con las mismas maneras, o incluso pierden a la persona que dicen querer por andar de sobrados, o quesque haciéndose los interesantes o cancheros, terminan buscando remediar lo que ya no tiene remedio cuando ya han lesionado su confianza y/o cariño.

 

Quien realmente te ama, jamás te lastimaría, y si a pesar de amarte te llega a lastimar o incluso a faltarte decididamente el respeto, entonces está claro que no está listo para permanecer contigo. Ni uno mismo para estar con otra persona, porque si alguien que dice amarnos o valorarnos, en vez de tratarnos con auténtico cariño, nos degrada persistentemente, pero no hacemos nada por ponerle un alto. Está claro que no hay razones para permanecer y/o intentar que lo que tienen funcione como es que verdaderamente debería de hacerlo.

 

Y aunque es un hecho que no faltaran quienes piensen que se puede volver a intentarlo, en tanto no se repitan estrategias fallidas. Lo cierto es que prevalecer en contra de todo pronóstico, con alguien ahí donde ya se ha fallado antes, no es ni la más justa, ni la más amorosa de las decisiones personales que se puede tomar. Porque si no funcionó antes, no hay porque pensar que intentándolo una vez más, vaya a salir distinto, así sea que todo se haga diferente. Cuando una relación no funciona, sencillamente no funciona. Y ni toda la voluntad de sus participantes conseguirá obrar el milagro de hacerla funcionar.

 

Porque lo que realmente nos significa algo de tal magnitud, como para querer hacerlo funcionar para el resto de nuestros días, como es que se supone que debería ser una relación de pareja que se precie de ser seria, constituye una realización progresiva y cocinada necesariamente a fuego lento. Tomándonos el tiempo suficiente de conocer a la pareja con la que decidimos estar, pero también y fundamentalmente, para dejarnos conocer por aquella persona que decimos que nos cautiva y/o importa. En cualquier plano de la vida, lo que importa, es siempre a fuego lento, nada bueno ha de salir ahí donde se va a las prisas o con superficialidades que no llevan a ningún lado.    

 

Madurar en el plano de lo afectivo, es también aprender a aceptar que si no se ha entendido antes una lección por aprender con alguien en específico, no hay porque permanecer; como se dice en la calle: A fuerzas ni los zapatos entran. Porque el problema cuando se falla, o te fallan, no son las ganas de amar o querer estar con alguien, sino las habilidades efectivas con las que verdaderamente contamos para hacer frente a la responsabilidad de mantenernos en pareja.

 

Ahora que bien, como le he dicho a varias amigas alguna vez, desde que el tema de la responsabilidad afectiva se ha puesto de moda; tipos con responsabilidad afectiva y/o con virtudes y madurez para tener algo serio, los hay y por montones, el problema es que los que hay de ese estilo no les gustan; y los que les gustan, no tienen el tipo de virtudes que supuestamente quisieran. Lo que es más, aún aquellos tipos que en las actuales circunstancias encuentras atractivos, no lo serían tanto si contaran con esa dosis de responsabilidad afectiva que tanto anhelan en sus potenciales parejas.

 

Porque para decirlo claramente, a muchas lo que les pone, es la emoción de estar con alguien que es virtualmente un desastre. Entre que porque eso las hace vivir al límite, como porque no pocas veces, –lo digan o no–, se sienten tan jodidamente especiales, que cándidamente –por no decir que por exceso de ego–, se consideran el tipo de mujer capaz de hacer cambiar a cualquiera. Y la gran realidad es que empeñarse en estar con cualquier persona a la que tengas que pedirle que cambie, es una pérdida de tiempo. Con semejantes perspectivas lo único que demuestran, es que en muchas ocasiones, aunque suene políticamente incorrecto decirlo, quienes no están aún listas para una relación seria, son las propias chicas que dicen estar buscando algo serio.

 

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