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Ágora: ¿Quién es quién?

Por Emanuel del Toro

¿Quién es quién?


El desgaste sistemático de los cuadros tradicionales de los partidos y el resquebrajamiento de los canales de representación partidista de frente a la ciudadanía, han terminado impactando sobremanera el escenario político local de San Luis Potosí, que hoy por hoy está todo irreconocible; por un lado se ha traducido en un cambio de perfiles y estrategias, que dejan al desnudo lo que siempre ha sido un secreto a voces: Para la clase política la ciudadanía y las ideologías son prescindibles; o lo que es lo mismo: Con tal de ganar, el fin justifica los medios; por el otro lado revela el alcance de los acuerdos entre las cúpulas dirigentes de todos los partidos, que en su empeño por imponerse, han terminado fracturando sus propios institutos políticos de un modo inimaginable hace apenas unos meses atrás.


Con una coalición quimérica llamada “Sí por San Luis”, entre un PRI –que parece conformado con Galindo Ceballos como propuesta a la alcaldía, sin que nunca presentara propuesta formal a la gubernatura–, un PRD –prácticamente nulo, que existe sólo en el papel–, un Conciencia Popular –siempre en manos de Oscar Vera, cuya aspiración es la de toda la vida, conservar el registro de su partido y repetir como legislador–, y lo que queda del PAN, –que hoy por hoy luce desfondado con la salida de Sonia Mendoza rumbo al PVEM, como por el amago de Marco Gama de seguir sus pasos, o la inconformidad de la vieja guardia del partido, que todavía hace días exigía a su presidente nacional, la designación de Xavier Nava como su candidato a la gubernatura, en oposición a Octavio Pedroza, cuya designación sigue inconformando a numerosos cuadros del panismo más tradicional.


Pero si las cosas lucen complicadas en la quimérica coalición de Sí por San Luis, el panorama resulta igual de complicado para un Morena, cuya abanderada a la gubernatura, la Dra. Mónica Liliana Rangel, ex titular de Salud en el saliente gobierno carrerista, luce más afín al PRI que a Morena misma, sin que su designación por imposición de la dirigencia nacional –tras un proceso sumamente desgastante de meses, que se rehízo varias veces, por los conflictos de interés ante la imposibilidad de Mario Delgado por imponer a Ricardo Gallardo como candidato de una coalición con el PT y el PVEM–, termine de gustar a sus bases locales, que no han parado de protestar dicho intento como sus consecuencias. Coalición que comoquiera se mantiene para las candidaturas en el congreso federal.


Una trama que se enreda todavía más, porque pese al intento frustrado por imponer a Gallardo Cardona como candidato de Morena a la gubernatura, (debiendo conformarse con serlo sólo del PVEM y el PT), a la fecha persisten distintas facciones dentro del propio Morena, que ante la imposibilidad de concretar dicha alianza para la gubernatura, han terminado sumando equipo con el propio Gallardo. Haciéndolo unos de manera velada, tal refleja la incorporación al Verde de los diputados locales por Morena Edson Quintanar y Alejandra Valdés, incondicionales de Gabino Morales –delegado federal de los Programas Integrales para el Desarrollo; o de manera abierta, como en el caso de Leonel Serrato, que pasó de denunciar públicamente a los Gallardo por el sinfín de delitos que se les investiga, a fungir como el virtual candidato a la alcaldía del PVEM, controlado en su totalidad por estos. Lo que al igual que ocurriera con Sonia Mendoza, le valió la crítica generalizada de la ciudadanía, que de oportunistas e incongruentes

no los han bajado.


Por último a considerar en este escenario por demás atípico, queda la definición de la candidatura para la alcaldía por Morena, la cual terminará quedando en manos del actual edil con licencia, Xavier Nava, en un giro que se antojaba poco factible hace apenas semanas, cuando se decía que este podría haber sido el abanderado a la gubernatura del Partido Acción Nacional. Como se puede ver un escenario preelectoral por demás inusual y desgastante. Una dinámica alimentada, por la prevalencia en la práctica totalidad de los partidos políticos, –siendo la excepción los llamados partidos bisagra o pequeños tradicionalmente controlados por una sola persona o familia–, de procesos internos para la definición de sus candidaturas, tanto o más dilatados y encarnizados que las elecciones mismas


Lo que se hoy se observa en San Luis Potosí, con un sistema de partidos sumamente fragmentado y polarizado, cuyos referentes ideológicos se encuentran pulverizados en aras del más crudo pragmatismo político, y donde la práctica totalidad de las opciones que contenderán, existen sólo de nombre, como meros membretes, aunado al hecho mismo de tratarse de unas elecciones no concurrentes, porque sólo se habrán de definir posiciones que tocan a lo local, además de la persistencia de la pandemia y sus respectivas medidas de contingencia, prefiguran un escenario con una sensible disminución de los ciudadanos que voten. Lo cual no es un detalle menor, si tenemos en cuenta que en la última década el abstencionismo ha ido creciendo de tal manera, que hoy este es quien realmente ha terminado quedando en primer lugar, porque ante el enorme desprestigio de la clase política tradicional, terminan por no votar casi la mitad el padrón electoral total.


En tales circunstancias cabría pensar que semejante escenario de descomposición partidista, debería traer como consecuencia un cambio profundo y la apertura a nuevos liderazgos políticos o incluso una ciudadanización de los espacios electorales en el desarrollo mismo de la contienda, tal y como hace treinta años ocurriera con la organización de las elecciones, cuando estas comenzaron a ser organizadas y monitoreadas por organismos autónomos y ciudadanos, surgiendo el IFE y los institutos electorales locales. Sin embargo, aunque hace cosa de un lustro se ve cada vez más la inclusión de perfiles no tradicionales como candidatos a cargos de elección popular, siendo los casos más representativos los de artistas, deportistas y figuras públicas de la cultura, lo cierto es que no se observan cambios sustanciales en los modos de hacer política de estos, los cuales por el contrario, han terminado la más de las veces reproduciendo en tiempo récord las inercias de la vieja clase política.


Por lo que toca al actual escenario local, la pregunta por demás obligada que muchos se hacen es: ¿A quién benefician más las cosas así como están? ¿Quién tiene más chances de ganar en semejante escenario donde no termina de quedar del todo claro quién es quién? Y me parece que la respuesta no tan evidente está, en que un escenario tan fragmentado en donde sin duda la pandemia terminará jugando su propio peso al disuadir a muchos de salir a votar. Una alta incidencia de abstencionismo, terminará favoreciendo al partido y/o coalición que mantenga la suficiente disciplina y cohesión de cuadros para movilizarlos.


En ese escenario, sólo se me ocurre que termine por imponerse el viejo PRI-gobierno, con todo lo que eso significa en apoyo de la propia administración estatal saliente, que podrá estar todo lo desprestigiado que se quiera de cara a la ciudadanía, pero sigue aun contando con una base de cuadros muy sólida y sumamente disciplinada, que es de hecho es el único partido con presencia efectiva en todo el territorio. Un PRI, cuyos abanderados no son de hecho parte de la coalición de la que institucionalmente participa, pero también uno que si algo sabe, es jugar al más crudo pragmatismo, sin concesiones para emocionalidades y por tanto para pasiones y polarizaciones. Puestas de ese modo las cosas, lo que hoy ocurre no debería sorprendernos tanto como parece.

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