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Ágora: Inseguridad y violencia en México


Inseguridad y violencia en México. Un comentario personal en torno a la importancia de prudencia personal.

 

Por: Emanuel del Toro.

 

El problema de pensar que la solución a males como el aumento desmedido de la violencia y/o la desaparición sumaria de personas o cualquier otro delito, no vendrá haciendo paros o marchas de ningún tipo, para hacer un llamado público de conciencia, sino por una sociedad que auténticamente tenga valores y/o un entendimiento de lo público mucho más incluyente, humano y/o abierto. Es que implica seguir pensando que será actuando como toda la vida, que resolveremos problemas que llevan generaciones causando estragos.

 

Es como si creyéramos que por ser "buena persona" en lo propio, habremos de evitar problemas tales como la violencia, los asesinatos o las violaciones y hasta el acoso en las calles, cuando la cosa es que no se puede ir a la calle pensando que quienes delinquen o agreden, lo vayan a dejar de hacer, sólo porque a sus víctimas potenciales les dé por defender su derecho a vivir como lo hacen.

 

No se puede ir por la vida esperando que cuando alguien va decidido a atacarte o hacerte daño, lo vaya a dejar de hacer si se le explican las razones de por qué es que está mal lo hace o pretende hacer; no creo por ejemplo, que ponerse a tratar de razonar con un potencial asesino, un acosador o violador de que agredir sexualmente a una chica está mal, lo vaya disuadir de hacerlo. Quienes están fuera de la ley, se trate del crimen del que se trate, no han de dejar de hacer lo que todos los días hacen, sólo porque la sociedad pretenda educarles.

 

          Y menos ha de ocurrir cambio alguno en semejantes dinámicas, cuando la más de las veces quienes operan fuera de la ley, lo hacen por el alto grado de impunidad que prevalece en la justicia. Ni se diga si las razones por las que delinquen se relacionan en mayor o menor medida, con motivos de supervivencia, como de hecho ocurre con buena parte de aquellos que se dedican a asaltar y/o atacar transeúntes con el fin de despojarlos de sus pertenencias.   

 

En tales condiciones y por chocante que nos pueda parecer, llamar a la prudencia personal y/o a la cautela o el autocontrol para no ir por la calle llamando la atención por el cómo se viste, o por lo que se lleva en cuestión de pertenencias, para no sobreexponerse sin razones, podrá ser bastante molesto, porque nos limita en muchos aspectos, pero sin duda seguirá siendo la mejor de las estrategias posibles para salir bien librados, máxime si se vive en un país como México donde la ausencia del Estado de Derecho y la impunidad son la norma.

 

Desde luego que no han de faltar los que se sientan ofendidos, con más que justa razón, por no poder actuar con la libertad que cualquiera merecería. Mas encapricharse con semejante criterio, sobrevalorando el criterio de la libertad personal, sin entender las múltiples y complejas falencias o insuficiencias que caracterizan el proceder de nuestros respectivos gobiernos, conlleva terminar desconociendo las profundas implicaciones que sobre la seguridad de todos, tiene nuestra propia conducta. Para decirlo todavía más claro: Si no nos cuidamos nosotros mismos, nadie más lo hará.

 

Y es que por desagradable que pueda resultar, muy lejos de lo que el discurso oficial del actual gobierno federal pregona, el México de la llamada 4T, sigue siendo tan terriblemente impune, corrupto y deficiente con la justicia para los ciudadanos comunes, como el de todos los gobiernos que le precedieron. La cosa es que seguimos teniendo una impunidad que supera el 98%, –lo que sencillamente significa que quien delinque, rara vez o prácticamente nunca, paga–, y me atrevería a decir que el México de ahora, es incluso mucho peor. Porque el día de hoy, a los delitos del fuero común, se suman la copiosa actividad de grupos del crimen organizado, que no sólo actúan a sus anchas, encima lo hacen en no pocas ocasiones, amparados y/o protegidos por las propias autoridades.

 

Claro, lo de menos será, pretender suscribir la idea, –como hacen los aplaudidores acríticos de la actual administración federal–, de que no cabe siquiera la crítica al actual gobierno, cuando es un hecho que semejantes problemas, han sido el pan nuestro de cada día desde prácticamente toda la vida. Pero a quién se quiere engañar, que tales problemas sigan prevaleciendo con tal grado de oportunismo e impunidad para quienes delinquen, en un momento donde la propaganda oficialista se ha cansado de querer tapar el sol con un dedo, insistiendo en difundir la mentira de que ya todo está pedir de boca en este país, es de plano ser muy cínicos, o como se dice en la calle: No tener madres.

 

Y si bien es cierto que no pretendo sobre abundar en las implicaciones políticas y/o electorales de semejantes problemáticas, porque si lo hiciera, no terminaría nuca: Aunque está claro que sí que promete tener efectos en las elecciones del presente año. No es menos cierto que en semejantes condiciones, la idea de que cada cual haga lo suyo por no sobreexponerse o llamar la atención cuando va a la calle, seguirá siendo con toda la seguridad la mejor de las posibilidades de las que se puede echar mano.

 

Posibilidad que desde luego, no implica que se vaya a estar exento de verse agredido, asaltado, acosado o cualquier otra experiencia desagradable que se nos ocurra, pero si al menos habrá de reducir sensiblemente las posibilidades de verse agredido. Porque será eso, o seguir viendo que los delitos de todo tipo se sigan replicando sin más, para infortunio de todos.

 

Cosa que por inverosímil que parezca se lo tiene que explicitar con todas las de la ley, porque cualquiera –sea hombre o mujer, joven o viejo–, es susceptible de verse agredido en su persona de los modos más insospechados, sin que quienes actúan fuera de la ley reciban el más mínimo castigo. Desde luego, como siempre digo, cada cual que saque sus mejores conclusiones al respecto, pero si se trata de hacer llamamientos a la conciencia y/o al cambio de actitudes frente a un problema tan complejo como el de la seguridad, comencemos, por hacer conciencia entre los nuestros, invitando a la prudencia personal y la mesura.  

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