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Ágora: Corrupción en San Luis Potosí. Teatro, maroma y circo

Por Emanuel del Toro.

Corrupción en San Luis Potosí. Teatro, maroma y circo. La corrupción y/o el mal uso de las capacidades estatales para beneficio privado, han de denunciarse principalmente cuando quienes abusan del poder, aún están en funciones. Hacerlo hasta que salen, o peor aún, guardar silencio por los abusos de quienes al día de hoy siguen desde los circuitos del Estado, haciendo su agosto a costa de todos, es poco menos que mezquino y poco congruente con decir que nos importa la democracia o la calidad de nuestra vida pública. Más claro todavía: Señalar a Mónica Rangel o cualquier otro funcionario de la pasada administración estatal, por corruptos o por uso indebido de atribuciones o enriquecimiento ilícito y tanto más, cuando no tienen ya cuota de poder político o encargo alguno, pero no decir nada de los que hoy están, o incluso de los que estando en el pasado periodo, en el actual han hallado reacomodo en distintos niveles de gobierno, es terminar siendo parte del problema. Y si no dicen nada de los actuales, como se dice en la calle, es porque está claro de qué lado masca la iguana: no dicen nada, o porque su complacencia y el hacerse de la vista gorda con los de turno les conviene, o peor aún, porque guardan el anhelo de ser convidados a relamerse de las migajas que de lo que estos se roban. Resulta poco menos que irónico que lo de Rangel ocurra a manos de un gobernador que para empezar debiera estar en la cárcel, ya que fue acusado de lo mismo que hoy se acusa a la doctora, y para el cual, el único motivo por el que la libró, fue no porque fuera realmente inocente, sino por fallas en el procedimiento, que es el ardid con el que se saca de apuros a quienes abusando del interés público, tienen el dinero suficiente para pagar por su libertad. Es cierto, algunos argumentan que es cuestión de enfoques y/o perspectivas y hasta de magnitudes en el daño, pero al señalar por todo lo alto a Rangel –que comoquiera no deja de ser un pez de medio pelo para abajo, porque es muy poco creíble que actuara sola–, y no decir en cambio nada de los gobernantes de turno, tiene tufo a persecución y golpeteo político que a justicia. O qué, ¿me van a decir que todo lo hecho por Gallardo Cardona o Gallardo Juárez y sus esbirros no ha sido ya suficiente daño para el interés de San Luis Potosí y Soledad? Y ojo con el tema, porque corrupción no es sólo lo que un funcionario se apropia términos de dinero público para su beneficio personal, es también el influyentismo que ejercen para ganancia de los cercanos al poder o sus familiares, hasta la ocupación de cargos públicos con personas que claramente no cumplen con el perfil o que carecen de la preparación y las competencias necesarias para ejercer labores en la Administración Pública. Si se trata de hablar de proporciones en el daño, hay que decir claramente que no hay en realidad ninguna diferencia entre lo que se acusa a Mónica Rangel o cualquier otro de la pasada administración y lo que se le sabe a los Gallardo, que no es para nada poco. Se debe agarrar parejo tanto para procesar judicialmente, como para denunciar públicamente, eso de decir las verdades de unos, pero no hacer lo propio con las de los actuales, no ayuda en nada a remediar la severidad con la que el lastre de la corrupción nos perjudica a todos. Algunos hablan de que por fin comienza la justicia en la localidad, pero me da por pensar: ¿En San Luis Potosí cuál justicia si se sigue sin tocar a todos parejo comenzando por el propio Gallardo Cardona o Guadalupe Torres Sánchez –el mismo de la ecuación corrupta–, sólo por mencionar algunos? No pocos dicen que a cada santo le llega su día, pero me quedo pensando: ¿Aquí en San Luis qué justicia, si quienes se dicen garantes de la misma están igual o peor de embarrados que aquellos que persiguen? ¿Todos actuaban en aquel momento sin que quienes estaban a cargo estuvieran al tanto? ¡Por favor! ¿Es que somos todos tontos? El hoy gobernador se llena día y noche la boca con una pretendida “herencia maldita”, pero no tiene ni los tamaños, ni la más mínima congruencia para combatirla, porque él mismo debe su actual posición a la pretendida herencia. Más claro: Un gobierno hecho de gente con antecedentes legales y/o de corrupción, que encima sigue teniendo cuentas pendientes con la justicia, y con poca o nula preparación nunca cumplirá sus promesas de campaña, como sea sólo por razones de persecución política. Y ya puestos en decir las cosas como realmente son, habrá que decir que la corrupción con la que el gobierno gallardista se llena la boca, aunque no termina nunca de hacer realmente nada, porque ello exigiría terminar procediendo en contra de sus actuales titulares, –algo que está claro, no va suceder mientras tengan por motivos de conveniencia legislativa, el favor del gobierno federal–, denigra, mata, empobrece, genera desigualdad, privatiza los bienes públicos y rompe la noción de un espacio compartido. Porque la corrupción inicia, cuando nadie se compromete a intervenir para regular excesos; es el hacer las cosas a la ahí se va, sin la menor planeación, y para variar, sin el menor cuidado real por las leyes. En una sistemática falta de planeación, tal y como hoy ocurre a diestra y siniestra; falta de planeación, que es producto no del descuido, sino de la poca o nula vocación por legalidad que deliberadamente sucede en todo lo que es público o de gobierno, cuando se echa mano de componendas a modo de los que están de turno. Porque corrupción, no es sólo todo lo que se roban en dinero, –que hay que decirlo: no es poco–, es además todo lo que se hace mal o a la ahí se va, para beneficiar a gente que no cumple los perfiles necesarios para acompañar el ejercicio del poder, sólo porque son amigos, compadres o familiares de los que están en ese momento. Así las cosas, salvo que se llegara a proceder contra personas todavía más arriba en la jerarquía de la pasada administración estatal, es difícil ver lo que hoy sucede con Mónica Rangel, como un genuino intento de hacer que la legalidad en San Luis Potosí de veras se vuelva efectiva. Porque si las cosas fueran en serio, tendríamos necesariamente que ver que se termine procediendo contra figuras tales como el ex secretario general de gobierno, el hoy diputado local Alejandro Leal Tovías, o incluso el propio ex gobernador, Juan Manuel Carreras López, algo que se antoja difícil. Así las cosas, esto no es más que teatro, maroma y circo.


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