Ágora: Conservadurismo en San Luis Potosí
- Emanuel del Toro
- hace 1 día
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Conservadurismo en San Luis Potosí. Un comentario personal en torno a la idiosincrasia local.
Por Emanuel del Toro.
San Luis Potosí ha sido históricamente considerado por muchos, como una sociedad de fuerte raigambre conservadora, profundamente religiosa y reacia al cambio o la modernidad. La localidad se considera como un reducto en el que la religiosidad extrema, la doble moral y su consabido que van a decir, o las “buenas costumbres” –lo que quiera que dichas buenas costumbres signifiquen–, siempre han terminado pesando en la cotidianeidad de sus habitantes.
Para decirlo con todas sus letras, San Luis Potosí es una localidad profundamente enamorada de su pasado, como del cuidado de sus formas sociales. En la que lo aparente, es tanto o más significativo que la realidad o la actualidad misma. Porque en San Luis Potosí, la forma es fondo y contenido. San Luis Potosí es la eterna ciudad de los fueron, o tuvieron. Aquí el pasado es un presente siempre vivo, y el presente, una incógnita con cara de reproche para con el futuro.
Consciente o inconscientemente, sus habitantes viven de continuo mirando hacia atrás, como añorando los tiempos pasados. Cual si se pensara que en ausencia de opciones claras en el presente, las respuestas estuvieran todas en negar el paso del tiempo, o en encariñarse con lo que alguna vez fue. De ahí que su sociedad es rutinariamente calificada por propios y extraños, de ser muy “mocha”, para enfatizar su carácter conservador y socialmente cerrado, en el que lo foráneo y/o lo nuevo, o lo moderno y vanguardista, se mira con cierto recelo, y a veces hasta con decidida hostilidad u obstinación.
Como si se pensara que hay razones para desconfiar, tanto de lo nuevo, como de lo diferente. Si bien es cierto que la última década la localidad ha crecido exponencialmente en términos de desarrollo económico e infraestructura material, así como en indicadores de integración tecnológica y productividad laboral, no es menos cierto que dicha sinergia modernizadora, no ha conseguido pernear el núcleo duro de la sociedad potosina. La cual sigue siendo por demás cerrada y reacia a ampliar los márgenes de sus referentes culturales y/o sociales.
De ahí que las coordenadas de su vida pública y/o cultural choquen rutinariamente con todo tipo de inercias modernizadoras venidas de todos lados, que cada y tanto propugnan por cambios de vanguardia que amplíen los referentes discursivos e ideológicos de sus habitantes. Los cuales cada y tanto dejan sentir el peso que la tradición y el pasado tienen sobre lo cotidiano. Por ello no es de extrañar que el advenimiento de corrientes de pensamiento modernistas y/o con pretensiones disruptivas, terminen teniéndolo muy complicado para recalar con la profundidad que lo han conseguido en otras localidades del país.
Lo que no significa que cada vez más, sobre todo entre los más jóvenes, se lleguen a dar fuertes cuestionamientos a la rigidez que caracteriza las formas sociales de la localidad. Sin embargo, es un hecho que la sociedad potosina sigue siendo en términos generales muy reacia a discutir sus referentes sociales y/o culturales, ni que decir a la posibilidad de ampliarlos o enriquecerlos. Lo que ha propiciado que cada y tanto que alguna vanguardia social, cultural o política surge, la localidad termine polarizándose, entre quienes abrazan el cambio, sin mayor examen; y quienes ven en cualquier cuestionamiento al orden establecido, una afrenta, que en los casos más extremos, llega a tomar tintes personales.
Lo de menos es decir que tarde que temprano el tiempo terminará de hacer lo suyo, transformando el panorama local y llenándolo cada vez más de mayor riqueza y/o diversidad en sus referentes. De ello no cabe la menor duda, porque así ha terminado ocurriendo en otras localidades del mismo estilo. Sin embargo, no es menos cierto reconocer que si algo ha caracterizado al San Luis Potosí decimonónico que aludo, es su extraordinaria capacidad para recomponerse y resistir, no de casualidad se observa todavía hoy, una vigorosa vida comunitaria en torno a todo tipo de denominaciones confesionales cristianas, que hacen de la defensa de los valores y/o las buenas costumbres, su mayor activo social.
Un activo social, que por extraño que parezca y muy a pesar de sus detractores anticlericales, sigue siendo todavía muy fuerte y/o consistente. No de casualidad se ve año con año, como la religiosidad y la moralidad político-social se entrelazan en toda suerte de expresiones socio culturales que dan cuenta no sólo de la enorme riqueza cultural que nos caracteriza, sino fundamentalmente de la solidez con la que el sentido de pertenencia se afianza a través de la fe; misma que se sea o no creyente, se hace presente cada y que el calendario litúrgico local lo dicta. Algo de lo que todos por igual, –tanto creyentes, como no creyentes–, se sienten por demás orgullosos, como es que ocurre por ejemplo con la llamada Semana Santa y la internacionalmente conocida Procesión del Silencio.
Por ello no es de extrañar la fuerte capacidad que la sociedad potosina tiene para movilizarse cuando por las razones más diversas, se ponen en cuestionamiento sus valores y/o referentes públicos. Para ejemplos, la historia local es larga; lo mismo se han movilizado para oponerse a cacicazgos políticos, que a intentos de cambios radicales en la legislación vigente, ni que decir a la presentación de recitales y/o conciertos de música, cuyo mensaje parece constituir una afrenta a la visión conservadora prevaleciente en la localidad. Siempre con resultados por demás divergentes, pero con una misma sinergia, la de movilizarse para defenderse frente a lo nuevo, lo diferente y/o lo desconocido.
Porque el potosino podrá ser todo lo rijoso y/o chocante o melindroso que se quiera, pero si de algo se siente por demás orgulloso, es justamente de ser potosino, y de ser como es. Luego entonces, me parece que hoy por hoy, hay tantas o más razones que antaño, por las que movilizarse, como para conformarse con hacerlo, sólo porque tal o cual artista llegue o no a venir a la localidad. Que vamos, si es verdad que San Luis Potosí importa, como es que sus ciudadanos más fervorosos piensan, no podemos seguir pecando por omisión ante la responsabilidad de plantarle cara a los problemas reales que más severamente golpean la localidad. Un deudo que hasta la fecha, no se ha vuelto efectivo.
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