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Resoluciona: El peso existencial del Observador en la realidad social


El peso existencial del Observador en la realidad social.


Cuando empezamos a reflexionar desde investigaciones y teorizaciones a partir del soporte de estructuras subatómicas y a la vez establecemos comparaciones con la sabiduría que se desprende de la enseñanza iniciática que advertimos en las obras de Platón, el Tao, la Kábala, el camino medio de Buda, lo poco que se sabe directamente de Jesús en el Evangelio de Tomás, obviamente no apreciado por la iglesia, los mayas y los códigos andinos, la cultura tibetana, etc, vemos el peso de la holofractalidad y el papel del observador como aspectos que nos inducen a una manera no estática sino cambiante de los procesos y fenómenos de lo que llamamos realidad. Por eso una misma realidad ofrece maneras distintas de entenderse y percibirse, por lo que resulta inútil apegarnos a defender una forma como la que impera y denosta a otras formas o posibilidades.


Doy un ejemplo para describir de manera más práctica la propuesta de percibir de manera cambiante y hasta opuesta de un mismo fenómeno pero que atendiendo desde dónde se le percibe, es lo que uno entiende como “cosa real”, vayamos al ejemplo:


Si ves tu cuerpo y lo palpas dirás que eres carne y además eso que sientes como fierros duros, por lo que podemos abstraer, serían los huesos. Esto es Observar desde lo más inmediato, convencional y empíricamente posible, donde fácilmente todos estaríamos de acuerdo.


Luego, en la escuela, te dicen que el hombre está hecho de un 70% de agua, lo que significa que ahora ya lo creemos firmemente porque el paradigma de la ciencia y la academia, así como el estado y la educación lo aprueban, cuando el real Observador separo el cuerpo en proporciones, estableció análisis de nuestras estructuras corporales y llegó a tal conclusión, debidamente verificada. Somos más agua que carne.


Un Observador más, que igualmente ve desde distinto ángulo la misma realidad de preguntarse “de qué estoy hecho básicamente” inicia el Observar de un desde dónde distinto donde la información cuántica le lleva a un abordaje desde la premisa de un “observador distinto”. Así, termina diciendo que uno es más espacio vacío que otra cosa, que la misma agua pues el mismo átomo de los cuales nos conformamos son más vacío que nada, uno infiere que este vacío acordado por la unidad de Planck, con lo cual se pone un freno a lo infinito que resulta no medible e impráctico, sería el límite por lo que podríamos decir que este vacío es vibración.


Otro Observador más, el papá le dice a su hijo, por encomienda de la misma madre, “Juliancito eres un bueno para nada” y así crece Juliancito, pero lo que más le emerge en su sentir, en su senso-percepción, cada vez que se relaciona o quiere algo es…”que es un bueno para nada”, es el principal historial que se ha infiltrado en su subconsciencia, en su memoria y entonces él, como Observador acomplejado, percibe su realidad social desde la creencia de estar viendo desde su ser que es ser un bueno para nada. Su capacidad de Observador está profundamente opacada por una construcción donde lo que habitualmente ve es proyectar su sentimiento de inutilidad, por lo que así ve la realidad social de manera amenazante, cansada, inalcanzable, de un ser consuetudinariamente insatisfecho porque es un bueno para nada y eso es lo que inyecta en los fenómenos que percibe…normalmente. Su comportamiento habitual estará matizado fuertemente por situaciones de insatisfacción y culpa; sufrimiento.


Lo interesante es entender como la idea introyectada en Juliancito le permea no solo el preguntarse de qué está hecho básicamente, sino que se hace todo un complejo donde el “de qué está hecho” ahora se despliega en “esto es lo que soy” y esta frase grabada en el centro de su existencia será con los lentes que esté atendiendo su vida, sus deseo y sus relaciones sociales, por desgracia. Entonces cualquier lógica de pensamiento coherente se anula y se produce la autoaniquilación existencial o desvalorización de uno mismo.


De todo esto se deduce que nuestra gran incapacidad para tolerar las diferencias, las posiciones científicas, discusiones políticas, elección de argumentos requiere urgentemente de iniciar con limpiar nuestra cloaca de senso-pensamientos, introyecciones, proyecciones en lugar de atender lo externo - social sin percatarnos de nuestra incongruencia personal.


Percibir nuestra incongruencia personal, nuestro infierno, es la llave que nos da poder para empezar a montarnos sobre nuestro propio ego-personaje y así sostener la vida donde el placer y la convivencia no caigan en los extremos del apego y el sufrimiento.



* Atención terapéutica y Talleres al 3121948753.




Aviso Oportuno

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