Ágora: Morena y la 4T ¿La congruencia para cuándo?
- Emanuel del Toro
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Morena y la 4T. ¿La congruencia para cuándo?
Por: Emanuel del Toro.
Si tengo que ser honesto, me siento por los demás decepcionados de esa cosa llamada la 4T, –menuda quimera ideológica–, que por mucho que me digan, no es más que la versión más rancia y putrefacta del PRI. Ese PRI nacionalista y populista de los años 70, el mismo que por el exceso de corrupción y el más grosero despilfarro del erario, terminó dejando al país en bancarrota, con todo y que se venía de una bonanza petrolera brutal. Sólo para luego terminar acusando a un pretendido neoliberalismo, de haber consolidado la soberanía nacional, cuando lo que en realidad sucedió, es que una clase política de la peor calaña, pretendidamente nacionalista, –menuda ironía de la vida–, saqueó a placer el país. Lo que terminó obligando a buscar soluciones en la iniciativa privada.
En tales condiciones, no es de sorprender que Morena sea una contradicción en sí misma; mejor dicho, un amasijo de contradicciones. Amasijo cuyo eje articulador es la pretendida superioridad moral de una élite política, que si bien en las formas abraza la idea de transformar de raíz la política nacional, privilegiando el supuesto interés nacional. Propone hacerlo replicando fórmulas políticas que nunca han funcionado, porque para que lo hicieran, sería preciso un sustrato social libre de contradicciones y carencias, es decir, echar mano de personas incorruptibles. Lo cual está claro, resulta desproporcionado y/o excesivamente optimista, por no decir que poco realista o probable.
De Morena engañan a groso modo dos cosas, a sable; primero, que la contundencia del diagnóstico nacional que en su momento hizo AMLO, no se ha correspondido con estrategias que verdaderamente resuelvan todo lo que alguna vez se ha criticado; y segundo, la disonancia que prevalece entre lo que dicen sus cúpulas dirigentes, y lo que realmente terminan haciendo.
Si a ello se suma la perenne animadversión que históricamente ha caracterizado el discurso hegemónico heredado de la revolución. Discurso del que la izquierda nacionalista y Morena se consideran herederos, resulta por demás chocante atestiguar como es que los exponentes más emblemáticos del morenismo, han terminado replicando, –y en tiempo record–, todo tipo de excesos de poder y/o contradicciones personales, hoy que al mismo tiempo que señalan a sus adversarios, acusándoles de ser enemigos del interés público, se hacen de la vista gorda con sus propias insuficiencias, llegando incluso a insinuar que ponerlas en evidencia, equivale a estar de acuerdo con los gobiernos que precedieron a los actuales. Lo cual es poco menos que perverso, porque termina secuestrando la muy sana y/o necesaria posibilidad de disentir y cu estionar.
Sirva para ejemplo de lo antes mencionado, el reciente escándalo mediático suscitado en torno a la Dra. Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del ex presidente López Obrador, cuando se filtró a la opinión pública, que esta acudiera días atrás, a los servicios diplomáticos españoles, para hacer manifiesta su intención de buscar la ciudadanía española; acogiéndose para ello, a la llamada, “Ley de Memoria Histórica de España”, normativa que permite que extranjeros con ascendencia directa de ciudadanos españoles emigrados a otros países, opten por la obtención de la ciudadanía española y europea.
En ese sentido, si bien nada impide que cualquier persona que cumpla con los requisitos consecuentes, pueda optar, –si así lo desea– , por tramitar su respectiva solicitud para ser candidato a obtener la ciudadanía española y europea, la sola idea de pensar que la Dra. Gutiérrez Müller pretende hacer efectivo su derecho a optar por la ciudadanía española, resulta un tanto chocante. Por mucho más, si se tiene en cuenta la línea de pensamiento que ha caracterizado su proceder como esposa de López Obrador. La cual, –a la usanza de lo que ocurriera con el viejo régimen priista–, exige necesariamente suscribir una visión cultural xenófoba, según la cual, todo lo que viene de fuera de México, constituye una amenaza. Lo que significa que no se puede ser un auténtico patriota, sin tener por fuerza que negar o renegar la existencia de ancestros familiares en otros países.
Ahora que bien, en lo que toca a la esposa de López Obrador, habría que recordar que si bien los Müller - Bentjerodt, hijo de una familia chilena de origen alemán, –que se desarrolló en Ciudad Juárez, Chihuahua entre 1892 y 1894; recuérdese que Gutiérrez Müller, es nieta de Adolfo Marcelo Müller Oliphant, hijo a su vez, de Walter Müller y Bertha Bentjerodt– ; por su parte la correspondiente familia Gutiérrez-Canet, es a toda regla, una familia republicana de origen español.
Se sabe al respecto, que emigraron a México durante la Guerra Civil Española, por la sencilla razón de que eran anti franquistas. Hecho que no debería sorprender a nadie, si se considera que el propio AMLO tiene un abuelo español. Que vamos, tener ancestros españoles siendo latinoamericanos, es la cosa más común del mundo. De ahí que no se entienda esa doble moral de satanizar y/o rechazar a aquellos que guardan memoria familiar de un origen hispánico, cual si de la cosa más ofensiva se trata, sólo porque se trata de un discurso políticamente correcto y en concordancia con el nacionalismo pos revolucionario del viejo PRI.
Porque la idea de terminar haciendo exactamente lo mismo que tantos años se criticó a sus adversarios, deja en evidencia lo nula congruencia que caracteriza a la actual clase política, que para el caso, sigue siendo la misma de la vida, sólo que ahora cobijada por otras siglas y colores. Tanto que se llenaban la boca los aplaudidores acríticos de la 4T, criticando que Salinas de Gortari y otros ex presidentes y/o parientes optaran por la ciudadanía española, señalándoles de ser unos vende patrias, sólo por tener la osadía de guardar memoria de su origen familiar; es francamente ridículo pretendiente justificar una doble moral.
Lo reitero, me siento muy decepcionado de Morena y su transformación de cuarta, con todo y que yo mismo voté por AMLO, tanto en 2012, como en 2018; me indigna la nula congruencia de principios, para con quienes les apoyaron, sólo para ver que los mismos que hablaran de no mentir, no robar y no traicionar, fueron los primeros en replicar lo que siempre criticaron en otros . Ni que decir con lo que veo en San Luis Potosí, en donde incluso se optó por terminar apoyando a un delincuente para hacerlo gobernador, sólo porque así convenía a los intereses de Palacio Nacional, pero no me extiendo más en ello. Porque no hay ni condiciones para decir la verdad, sin que hacerlo termine repercutiendo sobre muchas personas a las que quiero. Personas que piensan igual que yo, en la actualidad se encuentran orillados a callar, para no comprometer sus perspectivas de vida.
Mi único consuelo en ese sentido, es que al menos tuve oportunidad de decir lo que pensaba cuando tocaba. Ojalá que alguna vez, regrese esa corriente de pensamiento político-civilista, de la que tan orgullosos se sintieron alguna vez los potosinos. Yo sé que aún hoy en día, existen personas de bien que podrían hacer la diferencia, cuestionando y/o manifestándose y oponiéndose a todo tipo de malas prácticas de gobierno, –y sin concesión de ningún estilo–, sólo que han decidido desactivarse. Me duele pensar que el país en el que me estoy haciendo viejo, cada día se parece más al horror de país que alguna vez fue cuando nací. Se ve que no aprendimos nada de décadas de exceso de concentración del poder, tan no aprendimos nada, que ya estamos restableciendo el viejo régimen autoritario priista, sólo que ahora a título de Morena. Es francamente desmoralizante.
Y ojo, esto no significa ni por equivocación, que yo personalmente crea que cuando gobernara el PRI y el PAN, estaría todo a pedir de boca. Porque es justo porque fueron lo que siguen de desastrosos, que se incubaron las condiciones para que llegara Morena… Que no es más que la regeneración de ese nacionalismo revolucionario, que llegó al cenit de su hegemonía con los gobiernos de Echeverría y López Portillo. Para el caso, pasan las generaciones, pero la gente que llega y/o se hace con al poder político, sigue toda emparentada y/o relacionada entre sí, mientras la gente de a pie se hace trizas por defender a una casta política a la que nuestros problemas más comunes les tienen sin cuidado. Un asco total. Así las cosas con ese adefesio político de Morena y/o su pretendida 4T, resulta inevitable preguntarse: ¿La congruencia para cuándo?