Ágora: Coahuila e Hidalgo. O la necesidad de pensar todo en su justa medida
- Emanuel del Toro

- 26 oct 2020
- 6 Min. de lectura
Por: Emanuel del Toro
Coahuila e Hidalgo. O la necesidad de pensar todo en su justa medida.
El fin de semana pasado hubo elecciones en dos entidades del país: Coahuila e Hidalgo. En la primera se eligieron sólo diputados locales; en la segunda, nada más alcaldías. Ambas entidades se caracterizan por la singularidad de su política local. Mientras Coahuila lleva un largo rato en manos de un clan bastante perverso como nada democrático, los tristemente célebres Moreira que siguen haciendo de esta entidad un cacicazgo bañado en sangre a base de traiciones e intereses que se venden al mejor postor. Hidalgo sigue por su parte sin conocer en lo que al orden estatal se refiere, alternancia partidista alguna.
Vamos pues que no hubo en ambas elecciones nada que no estuviera dentro de lo imaginable. Ambas entidades son por decir lo menos, bastiones duros del priismo, y lo más seguro es que lo vayan a seguir siendo por mucho tiempo, tal y como ocurre en otras entidades, ejemplo, el caso del Estado de México. Más claro ni el agua: el PRI ganó donde siempre ha ganado, por jugar a lo que toda la vida ha jugado, manipular y/o controlar, lo mismo con dinero, que con coerción y punto. No veo pues de qué se supone que debemos sorprendernos con los resultados de los comicios este fin de semana, por mucho que para varios, tanto a favor de los resultados, como en contra de los mismos, les guste pensar que esto demuestra que ya Morena o el propio López Obrador no tuvieran el empuje que se les vio en 2018.
Craso error pensar que con sólo lo de 2018 que no fue una regularidad, sino una excepción, fuera alcanzar para arrebatarle el control al PRI en ambas entidades. Que el factor AMLO tuvo en su momento su peso a lo largo y ancho de todo el país introduciendo mayor dinamismo a todas las localidades donde hubo disputa electoral, ni dudarlo, pero pensar que ya por eso se puede establecer una nueva lógica de las políticas locales, donde un centro posicionado por la figura carismática de un solo líder sea capaz de trastocarlo todo, es pecar de ingenuos. Menos en la actualidad, donde las sociedades ya no están hechas de clivajes regulares que hagan posible pensar en una representación simbólica, donde la lucha entre antagónicos o buenos y malos, tenga las repercusiones que solía tener más antes.
Lo menos por decir al respecto es que no siempre juegan en los comicios los mismos, y que las mafias partidistas interesadas en hacerse con el control en lo nacional, no son ni de lejos las que están interesadas en hacerlo en lo local, aunque a veces puedan confluir y/o influirse y apoyarse mutuamente si sus intereses lo permiten o lo exigen. Vamos que en todos los partidos hay más de un partido, no es lo mismo el PRI en Tabasco, que en Morelia o San Luis Potosí, ni es lo mismo el PAN en Guanajuato, que en Quintana Roo o Monterrey, y así sucesivamente en el caso de absolutamente todos los partidos, sin contar también las fuerzas y/o representaciones partidistas bisagra, que sólo tienen presencia local y que lo mismo se pegan en bloque a una cosa, que a otra, siempre con el ojo puesto en sobrevivir y seguir viviendo del erario, tal y como ha sido desde siempre.
Otro tanto ocurre con las alianzas partidistas en todas las localidades del país, alianzas en algunos momentos fuera de toda lógica o sentido común para las atolondradas militancias de los partidos que se unen ignorándoles, y que muchas veces vienen o intentan venir planchadas desde las propias dirigencias nacionales, pasando por encima no sólo de los militantes, sino del sentir ciudadano en la localidad, algo de lo que se sabe bastante en San Luis Potosí en tiempos recientes, cuando en 2018 las dirigencias nacionales del PAN y el PRD, quisieron imponer una alianza a contra natura de sus propias posiciones doctrinales, quesque por pragmatismo, entre el PAN local y el PRD local –en aquel momento secuestrado por el infame clan de los Gallardo, del mismo modo que hoy controlan el PVEM de la localidad.
Como se puede ver, todo es en realidad mucho más complejo que blanco o negro, izquierda o derecha y/o que centro o localidad. Pero eso sí, ni los que ganaron este fin de semana ganaron tanto, ni quienes perdieron, perdieron tanto. Que no hace falta ser tampoco un gran experto para entender que los resultados electorales suelen ser unos, cuando sólo hay elecciones locales, y otros muy diferentes cuando además de los locales, hay comicios federales. El que sean o no elecciones concurrentes tiene su peso.
Siendo objetivos según lo que se sabe por resultados preliminares, hasta este momento, Morena ha logrado colocarse como la segunda fuerza política en Coahuila, desbancando al PAN. Lo que puede parecer modesto y hasta insignificante en términos absolutos, pero tiene su mérito, sobre todo si se considera que en el norte del país la izquierda siempre ha encontrado terreno poco propicio para hacerse con representaciones políticas. Para no ir más lejos, en las últimas elecciones no concurrentes vividas en dicha entidad, las de 2017, el PRI y una miríada de aliados se hicieron con el 38% de los votos, quedando el PAN con 36% y Morena con sólo el 11%, visto de ese modo, al menos para dicha localidad, lo del fin de semana tiene para Morena, más sabor a triunfo que a derrota.
En tanto que para el caso de Hidalgo, igual según resultados preliminares, la mayoría de las alcaldías disputadas –32 de las 84 disputadas–, quedaron en manos del PRI –que en 2016 obtuvo 22–, quedando el resto repartidas entre el PRD –con 7, cuando en 2016 obtuvo 15– y Morena –con 6, pese a tener expectativas de ganar en 20 municipios–, quedando el PAN bastante mal parado, porque aunque ganó una alcaldía más que Morena, en el balance perdió más de lo que tenía –recuérdese que en 2016 ganó 15 alcaldías. Mención aparte merece destacarse que varias de las municipalidades más pobladas estarán ahora en manos de Morena, lo que sin duda contrasta y mucho, con las elecciones de 2016, donde dicho partido apenas figuró, al no ganar más que una alcaldía; tal parece que el gran perdedor en ambas localidades fue el PAN y no Morena, como muchos en el propio PAN quisieran ver.
Hablando claro, lo poco que realmente se puede decir es: primero; las elecciones de Hidalgo y Coahuila están muy lejos de ser la hecatombe que muchos vaticinan para Morena y las proyecciones de la propia 4T; segundo, en donde gana el PRI, este no ha movido un ápice sus modos de hacer las cosas, lo cual le ha traído muy buenos dividendos, porque no sólo no ha perdido, sino que además ha aumentado su cuota de participación, aunque otro tanto ocurre para los otros partidos, donde salvo el caso de Morena, no sólo no han ganado más, encima han perdido lo que daban por descontado como suyo; y tercero, que puede funcionar como advertencia para todos los aspirantes de 2021 en cualquiera de las localidades que jueguen comicios electorales, o se ponen a trabajar para diferenciarse, o terminarán pagando las consecuencias por igual. Y va en el mismo sentido para los adeptos del gobierno federal, como para sus detractores. Porque nadie, repito, nadie está hoy realmente en condiciones de llevarse como se dice “el carrito completo”.
Luego entonces, igual que ha ocurrido en los estados de Hidalgo y Coahuila, no creo que nadie esté de cara al 2021 en San Luis Potosí, para poder echar campanas al vuelo en la creencia de que el factor López Obrador llegará a ser –lo mismo a favor que en contra–, tan decisivo como se ha venido pensando para definir quién ganará o no la gubernatura. Lo que es más, difícilmente quien gane lo hará por sí solo. Cualquiera que verdaderamente aspire a ganar, tendrá necesariamente que dejar a un lado el purismo ideológico y hacer alianza. Tema en el cual es más fácil pensar que los partidos pequeños lleguen a aglutinarse en torno a los grandes, antes que dos grandes logren ponerse de acuerdo. ¿O sí? Habrá que estar atentos y ver para dónde se mueven las aguas, esperando lo que sea, porque cuando de alianzas se trata, siempre quien menos se cree termina jugando un papel crucial en los resultados.



















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