Ágora: A las cosas por su nombre
- Emanuel del Toro

- 5 sept 2022
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Por Emanuel del Toro.

A las cosas por su nombre.
¿Secreto a voces que los Gallardo deben su fortuna tanto al crimen organizado, como a su propensión por lavar dinero y saquear el erario al por mayor dondequiera que han gobernado? Bueno pero no se les ha comprobado nada –dicen algunos cínicos. Y pienso: ¿Que no se les ha comprobado nada, cuando de manera formal hasta la UIF les reconoce poco más de 720 millones de pesos desviados del erario, con todo y que en realidad son miles de millones de pesos en 15 años de gobierno, más lo que se acumule en el actual? Que como se dice en la calle: chango viejo no aprende maroma nueva, y si toda la vida han robado, así seguirán una vez más.
A las cosas por su nombre, habrá que recordar, para no ir más lejos, que el hoy gobernador José Ricardo Gallardo Cardona salió libre de la cárcel en 2015, no porque se determinara que era inocente, sino por fallas en el procedimiento. Que es tanto como decir que aunque hayas cometido delitos, el Estado no se pronuncia al respecto, porque "casualmente" algo se hizo mal durante la investigación. ¡A toda madre! ¿Somos o nos hacemos? ¿Qué se supone que los Gallardo han hecho? ¿Obras públicas de pésima calidad con sobreprecios exorbitantes que se pagan con la seguridad y la dignidad de todos? ¡Con que poco nos conformamos!
Y yo si no estoy por la labor de defender absolutamente a ninguno de los anteriores –así sea involuntariamente–, porque eso de decir "pero al menos hacen", es seguir haciéndole el caldo gordo a los responsables de que hoy esté todo, peor imposible: los Gallardo. No, no, y no; o todos coludos o todos rabones. Y lo mismo me da si se trata de Carreras, Toranzo, de los Santos, Silva Nieto o cualquier otro. Digo, ¿no se suponía que esta era una transformación pero en serio, de fondo y forma? ¿Y qué es lo que tenemos en cambio? La clásica de: Señor hágase tu voluntad, pero sobre los bueyes de mi compadre.
A las cosas por su nombre y con todas sus letras, porque lo que todos han visto, incluido el propio gobierno federal, por mucho que por razones de conveniencia política se hagan de la vista gorda, es: enriquecimiento ilícito, muchas veces inexplicable, caray pues, ¿pasar de una granja quebrada a tener cientos de propiedades y negocios, todo en un par de años?; extorsión sistemática, hostilidad, persecución y hasta desaparición de opositores; un aumento brutal de la inseguridad, desde que los Gallardo le abrieron la puerta de par en par a los de la maña; prepotencia y abuso de poder al por mayor, y un estilo personal de gobernar entre caciquil y carnavalesco, es pues para llorar.
Insisto, a las cosas por su nombre y con todas las letras necesarias para describirlo; que lo que está mal, está mal aunque venga con el beneplácito del gobierno federal. Desde luego que siempre que este tema se toca nunca faltan los falsos atolondrados y/o admirados, quesque se sorprenden por tamaña desfachatez, y te dicen: ¡hombre, pero cómo es posible tal nivel de impunidad de parte del actual gobierno federal, si lo que describes es terrible!
Y la verdad es que en tales condiciones no cabe más respuesta que reírse por el cinismo con el que lo dicen, porque como toda la vida se ha dicho: no hay porque buscarle tres pies al gato cuando se sabe que tiene cuatro. Que como ya lo he dicho en otras ocasiones, todo esto y más, es posible por la conveniencia política y el bajo o nulo costo social de hacerlo en relación al beneficio que obtienen: mantener y/o afianzar el control del congreso federal, haciéndose ojo de hormiga con los delitos de los Gallardo, y como quien dice “aquí no ha pasado nada”.
Total, por mucho disgusto que exista a nivel social, la oposición local no capitaliza nada, por no hablar ya de la propia ciudadanía, ni que decir del sin fin de burócratas locales despedidos de todas las áreas de gobierno, porque al día de hoy nos hemos ido llenando de personas venidas en su mayoría de Ciudad de México y Tamaulipas. Si tarugos no son, nomás le hacen al puro cuento. ¿O qué, a poco se puede creer que con el nivel de información que el gobierno federal de México maneja, nadie en Palacio Nacional sabe cómo se las gastan los Gallardo? ¡Por favor!
Que sí, que está más que claro que urge revocación de mandato a gobernadores, de acuerdo. Pero seamos sinceros, a Gallardo el actual gobierno federal jamás lo va tocar por conveniencia política, y menos ahora que ya tiene en la bolsa al congreso del estado, a los presidentes municipales y hasta a la ciudadanía. Porque seamos francos, ya casi nadie dice esta boca es mía. Y muchos que antes decían que sí le atorarian pasara lo que pasara, quesque porque su compromiso era con la civilidad y la democracia, con el tiempo han terminado dejando al descubierto que nunca fueron quienes decían ser, y hoy ni pío dicen.
¿Cuál ciudadanía, cuál civilidad, cuál conciencia histórica? ¡No somos nada! Hablemos claro: Sólo en una sociedad de timoratos, simuladores y cobardes, sucede que los peores terminan convertidos en gobierno; ¡que lejos estamos de lo que alguna vez fuimos como punta de lanza de la lucha ciudadana por la democracia! San Luis Potosí duele y da pena.
Pero insisto, a las cosas por su nombre y con todas las letras, para que se sepa claramente de qué hablamos, que lo único que ya se nota con este gobierno estatal, son las ocurrencias e improvisaciones, la obstinación, la incompetencia y el valemadrismo, la falta de sentido común, la poca importancia y/o consideración para con los sectores más vulnerables de la sociedad. Vaya si es irónico pensarlo, porque en este gobierno, los pobres nomás sirven para llenarse la boca hablando de ellos, aún si se burlan de ellos en su cara todos los días, regalándoseles baratijas.
A las cosas por su nombre y con todas las letras, que lo único que ya se nota, es que gobernar es mucho más que traer conciertos gratis y repartir tortillas o agua en garrafones a precios subsidiados, ni que decir de asignar obra pública de forma discrecional a los consentidos, al tiempo que se quejan, quesque de una herencia maldita, aun si nunca se les hace lo más mínimo. Y lo que es peor, si les llega a tocar, más tardan en ponerles tras las rejas, que en soltarles. En un claro indicio de que la pretensión de ajustar cuentas con el pasado reciente, no es más que una simulación que se usa a discreción con fines políticos, o como se dice en la calle, de acalambramiento, para que se sepa quién manda.

















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