Analizan la economía feminista y límites del sistema actual
- Redacción

- hace 3 días
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* El trabajo doméstico y de cuidados es indispensable para la reproducción social y económica
* La cadena de cuidados descansa en mujeres sin remuneración, lo que configura una forma de explotación
Claudia I. Gutiérrez Serrano
El trabajo doméstico y el que realizan mujeres cuidadoras garantiza la sostenibilidad de la vida, sin embargo, su aporte permanece fuera de las mediciones económicas, aunque sostiene la fuerza laboral necesaria para cualquier sistema productivo, afirmó la doctora Marcela Mandiola Cotroneo en su Conferencia Magistral ofrecida en la Sala Quetzalcalli de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el marco de los 30 años de Análisis Organizacional en México: Adaptación a nuevos escenarios con impacto social, la especialista en Management Learning por la Universidad de Lancaster expuso el tema Ética del cuidado: Una lectura actual desde las organizaciones. La moderación estuvo a cargo de la maestra Sonia Yurivia Ayala Guzmán.
La economía feminista, explicó Mandiola Cotroneo, permite replantear categorías centrales del análisis económico al incorporar la experiencia de las mujeres. Este enfoque abre otros marcos analíticos y favorece la formulación de políticas públicas acordes con realidades sociales diversas.
Mandiola indicó que el trabajo vinculado con género y feminismos evidencia la transición histórica del papel de ellas en los cuidados, así como la presión que se intensificó durante la pandemia. En ese periodo, muchas asumieron tareas laborales, domésticas y de crianza en un mismo espacio, lo que incrementó la carga asociada al cuidado de menores.
Señaló que Margaret Reid fue la primera autora en analizar la producción doméstica desde la economía. No obstante, el cuidado como actividad con implicaciones subjetivas tomó relevancia reciente y se consolidó como eje del trabajo doméstico. Detalló que las tareas de crianza suelen pasar de una mujer a otra: primero madres que delegan en otras de manera remunerada, hasta llegar a un punto donde alguna integrante de la cadena ya no puede pagar por ese apoyo y la labor recae en una abuela o un adolescente sin pago alguno. Esa forma de distribución representa, dijo, un caso extremo de explotación.
Retomando planteamientos de Silvia Federici, subrayó que el trabajo gratuito basado en una condición de género perdura por factores sociales y culturales. La división sexual del trabajo establece una economía del cuidado organizada a partir de la circulación de actividades entre este sector de la población. De acuerdo con este enfoque, las cuidadoras sostienen la vida diaria y la reproducción generacional, funciones esenciales para cualquier estructura económica.
Añadió que, en el ámbito organizacional actual, el cuidado se relega al plano privado y se asocia con lo emocional y lo femenino. Sin embargo, los bienes y servicios generados en ese espacio nunca se consideran dentro del Producto Interno Bruto, pese a que “el sistema capitalista no podía subsistir sin el trabajo doméstico y de cuidados, ya que depende de este para mantener a la población y para reproducir su fuerza laboral”.
La doctora Mandiola enfatizó que el trabajo doméstico y el de cuidados deben reconocerse como actividad laboral y no como consecuencia de la condición de las mujeres. En México aún predomina una visión social y cultural que mantiene esa labor fuera del ámbito del trabajo formal.
Con este tipo de actividades académicas, la UAM impulsa la reflexión sobre los aportes conceptuales y empíricos relacionados con el cuidado. El objetivo es contribuir a la transformación del pensamiento económico, político y cultural en torno a esta función central para la vida colectiva.

















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