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Al Robot: Valor

Por: Edgar Tercero

Valor


En una época donde estamos rodeados de avances tecnológicos que nos permiten estar conectados con todo el mundo, tenemos dispositivos inteligentes y además contamos con avances en salud, ingeniería espacial, robots y más cosas, nos encontramos en un punto donde nuestra capacidad de razonar, pensar y actuar pareciese que son resultado de una máquina que dejo de evolucionar, parecen autómatas sin pensamiento.


En esta columna se habla de tecnologías, dispositivos, internet, pero no se puede dejar de lado esa parte humana que hace que lo anterior tome sentido. Lo que hace que la rueda gire depende del sentimiento humano que le da ese propósito, sin embargo, hoy pareciera que las grandes empresas de nuestro país, esas que nacieron bajo la gran visión de sus fundadores se vuelven únicamente fuentes generadoras de negocio para otros, un lugar más a donde ir, pocos se ponen la camiseta, y otros tantos han perdido el espíritu por el que entraron allí.


Muchos médicos recién egresados lo que desean es tener su plaza en el IMSS porque creen que con eso su vida se ha solucionado para siempre. Otros se creen importantes por trabajar para Microsoft o Coca Cola. Hay quien vende contratos para tener una jubilación más feliz para él o ella y sus familias, dejando proyectos a personal inexperto a cargo, que solo buscan obtener un beneficio, ya sea dinero o de reconocimiento.


Vivimos en una época en la que se busca el reconocimiento a donde vamos, queremos likes, felicitaciones, empatía, mostramos fotos de familias felices con amigos, pero solo son poses para que premien esa necesidad humana de sentirse importantes, apreciados, aplaudidos. Hemos perdido el suelo que pisamos, nos creemos los seres supremos de la cadena alimenticia, pero nada sacia el ego, siempre pide más.


El prejuicio se ha vuelto parte de las vidas en redes sociales, un comentario inocente o tonto se puede convertir en una tragedia para aquel que lo realiza, es castigado en redes sociales, las personas se polarizan sin dejar lugar a puntos intermedios.


Todo esto derivado de rumores, falta de comunicación y por supuesto el no analizar la situación, buscamos que todo sea inmediato sin llegar al origen del comentario, esto como resultado de encender ese fuego interior, darle peso a la opinión que se tiene en ese momento, como ese comentario está a favor de un pensamiento propio no se requiere indagar más. Por ende, ese fuego crece, se extiende y provoca gran destrucción. Pero recordemos esto “opiniones como narices existen muchas”.


Es importante utilizar la intuición, pero cuando va acompañada de datos verificados se puede tomar decisiones más acertadas. Es momento de ser imparciales, volvernos analistas de tiempo completo, empoderar las causas comunes no la de un bando u otro. Y al hablar de bandos no me refiero a política, porque hoy en día existen clientes y proveedores, en algún momento todos tenemos uno de esos papeles protagónicos, una enfermera tiene como cliente a un paciente, este paciente puede ser un ingeniero que provee servicios a un arquitecto y este último tiene muchos clientes que le compran casas. Así que siempre recordemos esto al ofrecer nuestros servicios, al igual que cuando lo recibimos, por supuesto vamos a volvernos exigentes cuando lo que ofrecemos se da con la misma calidad.


Dos aspectos importantes en nuestro mundo digital:


  • Hechos vs Opiniones: siempre investigar de que aquello de que se habla es una opinión o esta va acompañada de hechos, vivencias reales documentadas. Mantenerse imparcial, no actuar sin pensar.


  • Diversidad: no casarse con una idea, escuchar los diferentes puntos de vista, hacer consenso sin juzgar, sobre todo ahora que existen tantas diversidades como género, generacional, funcional, cultura o raza.


Esta última ha cobrado mucha fuerza en los últimos años, pero sobre todo en 2020 que el trabajo a distancia ha permitido a las empresas contratar personal que se encuentran en diferentes países, donde se hablan idiomas diferentes, hasta en el mismo español existen diferencias, horarios distintos, culturas variadas, donde debemos aprender a convivir y respetarnos unos a otros.


En ocasiones se contrata a alguien que no cuenta con el funcionamiento completo de algunas de sus partes motoras, pero se hace únicamente por contar con la cuota que exigen los gobiernos, o para demostrar diversidad se contrata a un par de mujeres, pero no se les da las condiciones igualitarias de sus compañeros hombres. A veces se hacen las cosas para “taparle el ojo al macho” como se dice popularmente en México.

Por lo que en los últimos años se ha empezado a popularizar guías para llevar a cabo proyectos donde el personaje central se vuelve el individuo, y ahora se vuelve relevante otorgar valor. Pero esto no es tarea de un grupo selecto de personas, se le da el peso al administrador de proyectos, cuando es responsabilidad de todos los involucrados.


En algunas empresas consideran el trabajo de un administrador de proyectos como irrelevante, un gasto innecesario, pero la realidad de esas empresas es que carecen de la organización interna para llevar sus proyectos, porque la mayoría de los empleados esta tan enfocado en el trabajo que debe hacerse dejando lo administrativo al final, costándole mucho más de lo que se puede observar. Por eso al final de los reportes mensuales, trimestrales o anuales falsifican la información para que su trabajo no luzca mal. En muchas ocasiones se cree que el empleado no ha lleva a cabo sus tareas porque no es el adecuado, cuando no han revisado si su carga de trabajo es mayor a lo permitido o inclusive está tomando decisiones sobre áreas que no le corresponden.


Un gerente de proyectos debe ser un líder que apoye a su equipo, desahogue tareas, facilite las cosas. Actualmente debe volverse flexible, además de que es bien sabido que la mayoría de los alcances cambian alrededor de un 36% al año. Dos de cada 5 proyectos son exitosos. El 60% del trabajo realizado en un proyecto no se usa o casi nunca ve la luz. Cualquier administrador de proyectos con experiencia puede contar dentro de sus anécdotas que la mayoría de sus proyectos no se efectúa en el tiempo o el costo planeado al inicio de estos. Lo único constante es el cambio, aquellos proyectos que pueden llegar a cumplir con lo anterior se refieren a proyectos operativos, labores repetitivas lo que según la guía de proyectos no se puede considerar como tal porque no es algo que tenga un inicio y fin específicos, son labores que se repiten una y otra vez los cuales son analizados y considerados sobre el flujo de la operación diaria.


Para la construcción del Estadio Azteca se tenía planeado un presupuesto y tiempo planeado, aun así, en varias ocasiones se tuvo que hacer ajustes al plan original. Los sistemas operativos como los conocemos, tanto para computadoras como celulares o tablets llegan a salir al mercado presentado errores que se van arreglando con el tiempo, por eso constantemente se sacan parches, esto esta medido dentro de un área de riesgos en la planeación misma del proyecto.


El riesgo es algo que nadie quiere medir, nadie quiere aceptar que las cosas pudieran no salir como lo esperamos, por eso se contratan seguros, se ponen multas o como les llaman las empresas niveles de servicio por si no llegan a resultar de acuerdo con el plan. Pero el riesgo existe y es constante, nadie se esperaba que llegará una pandemia que podría dejarnos encerrados en casa, que se tendría que trabajar en línea, que la gente no quisiera tocar a otros.


Veamos el siguiente ejemplo en la construcción de un puente de piedra que une dos ciudades, sabemos que con el tiempo ese puente se podría deteriorar, pero tanto el arquitecto como el ingeniero civil no construyeron un puente para que se cayera, sin embargo, esto podría suceder. Podría llegar un analista y decir que si en un año el puente no se cae podría resistir unos 10 años, pasado ese tiempo podría volver a analizar prediciendo que durará otros 10 más. Pero para evitar esto se llevan a cabo mantenimientos al puente, aun así, podría ocurrir un desastre natural y el puente se puede caer. No podemos engañarnos que todo saldrá perfecto, no podemos decir ya entregue y aquí se acabó mi participación ¿O si podemos?



Me he sorprendido con los años que las empresas pequeñas son las más entregadas en hacer que las cosas funcionen, que los clientes queden satisfechos porque saben que a futuro podrían ser requeridos o recomendados para proyectos más importantes. Sin embargo, cuando las empresas empiezan a crecer sin orden, en un caos absoluto, se van despertando varios vicios, las personas dejan de comprometerse con la misión y valores, es más nadie los conoce, solo se los aprenden de memoria cuando van a realizar evaluaciones o auditorías externas.


Ahora es cuando debemos despertar la llama de la humanidad para agregar valor no solo al trabajo realizado, sino a nuestras vidas. Algo que he visto se pierde en los trámites burocráticos de empresas multinacionales, cuyos trabajadores solo ven por lo suyo. Al personal de ventas solo le importa vender, pero no se interesa por el cliente, a los consultores e ingenieros solo les interesa hacer lo que les toca y que los demás se arreglen como puedan, los administradores de proyectos solo están cuidando los tiempos de entrega de lo que les toca a ellos, se pasan haciendo y haciendo planes que nunca terminan cumpliéndose. Siempre se quiere demostrar que se está bien, aunque todo este en semáforo rojo, el problema es que se finge desde arriba hasta el personal que se encuentra en la base de la organización.


Nadie hace un verdadero esfuerzo hasta que alguien hace una llamada de atención o el dueño quiere voltear a ver su negocio. Muchas veces estos dueños son los herederos del imperio, no los creadores lo que lleva a un involucramiento menor, porque tal vez el porqué de los fundadores se ha perdido en el sueño que tuvo aquel hombre, que considero un gran error, porque algo tan maravilloso se pierde a través del tiempo por las ambiciones terrenales de unos cuantos. La pasión de la empresa debe ser tal que rebase el paso de los tiempos, así como la partida del empresario que lo hizo posible, pero solo sucederá cuando todos realmente nos unamos en una causa común.


El empleado debe buscar el trabajo que realmente lo llame, no el que le dará el dinero para sobrevivir porque nunca existirá un compromiso verdadero. Es difícil, pero se puede llegar a amar el trabajo que se realiza, sin embargo, cuando algo ya no tenga esa fuerza que, hacia levantarse cada mañana para llegar al trabajo, es momento de hacer un cambio, y esto aplica para todo. Romper la fuerza de la costumbre es complicado, pero la vida nos da lecciones que nos hace ponernos de pie y seguir adelante.


Por eso soy un estudioso de la tecnología actual, así como de las nuevas ideas para organizarnos como equipos. Soy partidario de Lean, Agile, PMI, estas guías que nos permiten mejorarnos en lo que hacemos, donde se concentran las experiencias de varias personas, que se adaptan a los tiempos, evolucionan y permiten mejorar nuestro valor a la sociedad.


Como lo dicen sus libros, son guías que permiten ver otra cara de la moneda, no son ley, son una forma de cómo podría llevarse mejor las cosas. Hay quienes se lo toman tan rigurosamente, que son imparciales y creen que eso es lo que aporta valor, pero lo único que están haciendo es entorpecer el camino para obtener verdaderos beneficios, solo se fijan en costos, tiempo y quedar bien con todo el mundo, con ser reconocidos, pero eso nos deja con logros en solitario, sin poder compartirlos con los demás. Se habla de equipos, pero se trabaja individualmente, se toman fotos grupales, en familia, pero al final nos encontramos solos frente al celular.


Tomemos como ejemplo la historia de la aviación, por un lado, se encontraba Samuel Langley, secretario del Smithsonian de Washington, contaba con prestigio, un presupuesto de 50,000 dólares, todos los reflectores apuntaban hacia él, además tenía al mejor equipo de ingenieros con los que se podía contar en el momento, no es que no contarán con el talento para hacerlo, el tema era que todos estaban trabajando para satisfacer las necesidades de reconocimiento y poder de un hombre. Mientras que los hermanos Wright trabajaron por un objetivo común y 2000 dólares, a pesar de no tener las habilidades técnicas, tenían muy claro que deseaban aportar un medio de transporte para el ciudadano de a pie, todo su equipo compartió esa idea por eso no importaron los fracasos, se levantaron una y otra vez. En cambio, Langley al verse derrotado por no ser el primero, en lugar de decidir colaborar y mejorar ese producto, se rindió y enfadado abandono el proyecto.


Por eso es importante volver a leer el Manifiesto Ágil, muy adecuado para la época:


  • Valoramos a las personas y las interacciones sobre los procesos y herramientas.

  • Un producto funcional sobre documentación comprensible.

  • La colaboración del cliente sobre negociaciones de contrato.

  • Responder al cambio en lugar de seguir un plan rígido.

Valoremos a las personas, aprendamos que el riesgo existe, que siempre habrá cambios, aprendamos siempre, no importa la edad o situación social, no importa si se es ingeniero, abogado, médico, ama de casa, chofer, barrendero, aprendamos juntos y colaboremos por un bien común. Traigamos valor a las vidas de otros y traeremos valor a nuestras vidas.


“Solos podemos llegar a la meta, pero acompañados podemos llegar más lejos”

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