Ágora: Justicia y vídeo escándalos
- Emanuel del Toro

- 24 ago 2020
- 5 Min. de lectura

Justicia y vídeo escándalos.
Como era de esperarse, desde que las declaraciones de Emilio Lozoya incendiaron la arena de lo público, se ha dicho de todo. Entre todo eso que se ha dicho a partir de sus declaraciones, no pocos fueron los que dijeron o que era todo un teatro con fines electorales, y que por mucho que se dijera nada de lo dicho surtirá el más mínimo efecto; o que con lo dicho por Lozoya tendríamos material de sobra para discutir a base de conjeturas la existencia o inexistencia de pactos y/o acuerdos entre los principales del gobierno peñanietista y la actual administración federal. Sin embargo, a juzgar por las variopintas reacciones que la oposición ha tenido, es un hecho que las reacciones por lo que Lozoya ha declarado hasta el momento distan mucho de haberse terminado.
Primero tocaría a Ricardo Anaya quien en días pasados decidiera responder públicamente con un vídeo en el que indicara que todos los señalamientos hechos por Lozoya en su contra, eran falsos. Luego como si el spot público desplegado por este no surtiera en la opinión pública el efecto deseado por la oposición, –en buena medida por el impacto que tuvieron los vídeos donde se mira a varios panistas recibiendo dinero como pago del gobierno federal pasado, por aprobar la reforma energética de Peña Nieto–, tocaría el turno al siempre polémico comunicador Carlos Loret de Mola, quien dio a conocer a la opinión pública una serie de vídeos donde aparece el ex coordinador nacional de Protección Civil, David León Romero, entregando sobres con dinero a Pío López Obrador, para presuntamente apoyar la campaña de su hermano rumbo al 2018.
Los vídeos presuntamente ubicados en 2015, se grabaron cuando León Romero se desempeñaba como consultor privado, en tanto que Pío López Obrador se hallaba en aquel momento colaborando en actividades electorales de Morena en Chiapas. Como era de esperarse, tras la aparición de los videos, la llegada de David León Romero a un nuevo cargo, como titular de una empresa estatal distribuidora de equipos médicos, medicamentos y vacunas, ha quedado en suspenso. Sin embargo la oposición no ha perdido la ocasión de querer equiparar a como dé lugar el acopio de recursos hecho para la campaña presidencial de 2018, a lo que en la actualidad se investiga con el caso de Emilio Lozoya.
Un planteamiento nada novedoso, porque es un hecho que desde el inicio mismo del actual gobierno federal, la oposición se ha desvivido por probar que el titular del Ejecutivo federal no es en lo absoluto el hombre honesto que siempre se ha dicho. Sin embargo, hasta el momento no han podido probarle absolutamente nada. De ahí la importancia de estos vídeos, que de ser demostrados como actos de corrupción, sentaría un precedente que podría influir o incluso modificar –de no esclarecerse–, las tendencias electorales de 2021. Aunque insisto, todo ello habrá de depender de lo que la justicia determine, porque como el propio Presidente apuntó, es a través de los canales legales del propio Estado que estas y otras conjeturas se tienen que denunciar y si es el caso, sancionar.
Sin embargo, yo soy por demás cauto de lo que los vídeos muestran, no porque piense que lo que la oposición da por descontado, sea falso o improbable, sino sencillamente porque asumo, que en cualquier democracia la justicia no se lleva en los medios de comunicación, ni se imparte a través de exhibiciones públicas de vídeos, sean estos de un bando u otro. Con ello me sirvo para decir que resulta poco o nada productivo ir de escándalo en escándalo mediático. Pero justo así es como se lleva la política en este país desde hace muchos años, no salimos de un escándalo para entrar otro, cuando más pronto de lo que se cree, un nuevo episodio sepulta al otro, sin que en ninguno de los casos termine nunca por aclararse.
En lo que sí que coincido con distintas opiniones que se han vertido al respecto, es que los actos de corrupción se deben castigar, vengan de donde vengan. En ese sentido, es importante el reto que la actual coyuntura plantea al respecto, pero ya al menos se han dado los primeros visos de lo que el propio titular del Ejecutivo piensa, toda vez que él mismo ha pedido a los presuntos involucrados que den la cara para esclarecer la cuestión. Queda por resolver si más allá del escándalo mediático desatado, el tema surte efectos legales, y más aún, si los circuitos de poder resuelven o no, sin lugar a dudas la cuestión. Sin embargo, sea cual sea el resultado, es inobjetable que la oposición buscará sacar provecho político de las dudas sembradas en la opinión pública.
Y lo hará sí o sí, porque la afección a sus intereses económicos y políticos, en el actual gobierno, ha sido de tal magnitud, que es difícil pensar que se vayan a quedar de brazos cruzados. Para terminar pronto la propia exhibición pública de estos últimos vídeos obedece en buena medida a ello. No hay que olvidar que el propio Loret de Mola se ha convertido en una pieza clave de la oposición que no pierde la ocasión de alimentar y/o difundir los contenidos de este, por mucho que los mismos dejen mucho que desear en seriedad, porque más que un comunicador, parece vocero de los grupos afectados por el actual gobierno.
En cuanto lo pensar respecto al propio gobierno federal, algunos toman la actual coyuntura como señal de un rompimiento de un supuesto pacto de impunidad entre el gobierno federal y la pasada administración de Peña Nieto que es la que más golpeada ha resultado con las declaraciones de Emilio Lozoya. Sin embargo adentrarse en esos menesteres, por muy interesante que puedan parecer, es entrar al nada productivo terreno de las conjeturas y/o las especulaciones de la llamada “realpolitk”, que al menos en este país, queda la más de las veces en ficciones, porque salvo que se puedan o no demostrar tales conjeturas, rara vez las mismas terminan por resolverse en el terreno de lo institucional.
En cualquier caso, la definición de la cuestión se halla hoy en manos del Estado, es pues la ocasión perfecta para que el actual gobierno federal pruebe de qué está hecho. O si en determinado caso las cosas son como la oposición siempre ha insistido. Pero sea una cosa o la otra, el tema debe servir a todos para replantearnos seriamente el modo en el que llevamos nuestra vida pública. Porque insisto, no es posible que vayamos de escándalo en escándalo sin dejar nunca nada en claro, salvo lo que toda la vida se ha sabido, la regularidad de una multiplicidad de problemas endémicos de nuestras frágiles democracias latinoamericanas, como la aplicación diferenciada de la ley, la corrupción o la impunidad y el vergonzoso espectáculo que en su conjunto brindan al ser exhibidas públicamente.

















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