top of page

Ágora: Más allá de lapandemia

  • Foto del escritor: Emanuel del Toro
    Emanuel del Toro
  • 27 abr 2020
  • 5 Min. de lectura


Más allá de la pandemia. Una reflexión personal en torno a consecuencias insospechadas de la contingencia sanitaria por el covid-19.


La necesaria reordenación de todos y cada uno de los aspectos que componen nuestras vidas como resultado de la contingencia sanitaria que se declaró hace un par de meses a nivel mundial, para combatir la pandemia de covid-19, habrá de significar un antes y un después, no sólo en el modo de hacer nuestra vida, sino fundamentalmente en la manera de concebir nuestra realidad. Cuando lo pensamos de ese modo, es obvio que las primeras consecuencias a considerar son las de orden sanitario, pero también las de índole económica y/o material, porque con pandemia o sin esta, la vida tiene que continuar; luego vienen las de orden social, que lo mismo conlleva restricciones a la movilidad, que reorganización de nuestros espacios públicos.


Todos estos cambios habrán de traer nuevas transformaciones hoy insospechadas, porque en la misma medida que cambian nuestros modos de interacción social, privilegiándose el trabajo a distancia, o la organización de horarios en función de lo estrictamente necesario, para el caso de quienes por la naturaleza de sus ocupaciones se hace inviable el trabajo en casa, se puede advertir que cuanto más pasa el tiempo, mayores habrán de ser los efectos en terreno de lo psicológico. La cosa es que la idea de vernos limitar nuestras interacciones sociales, va a contracorriente de lo que por definición somos como seres gregarios, cuya vocación social se halla en el origen mismo de nuestra civilización, difícilmente seríamos quienes somos, de no ser por nuestra persistente disposición a vivir acompañados.


El problema es que esa decidida vocación social que nos caracteriza contrasta con la exigencia de restringir nuestra movilidad o el contacto con otros como la mejor estrategia hasta el momento ante la ausencia de una vacuna que favorezca la inmunidad de la sociedad. Lo que es más, hay pocas razones para pensar que habrá en el corto plazo un remedio a la cuestión, porque conseguir uno que realmente funcione, exige investigación. Así las cosas, la mejor de las estrategias posibles hasta el momento, es y seguirá siendo, la de limitar el contacto social. Pero se dice más fácil de lo que es, porque el drama de la vida diaria habrá de continuar con o sin interacción del entorno social, teniendo necesariamente como fondo la vida familiar.


Una vida familiar que se ha visto trastocada con mayor celeridad que otros aspectos de lo cotidiano, en la medida que quedarse en casa se ha vuelto un principio vital de supervivencia, porque ello ha significado una redistribución radical de nuestras prioridades, así como de los tiempos de realización y el modo en el que nos organizamos, anteponiendo por encima de cualquier otra consideración la eficiencia en los quehaceres diarios, el ahorro de recursos y la reducción de riesgos sanitarios. Lo cual no ha sido para nada algo llevadero en un país como México, donde una parte muy importante de nuestros problemas personales y sociales, se hallan anclados a la precariedad de las condiciones materiales y sus consecuencias sobre la calidad de vida.


En ese sentido, ya en otro momento he indicado que no para todos son las mismas condiciones en el reto de hacer frente a esta contingencia. Lo obvio para el caso es que no todos cuentan con los mismos recursos o posibilidades materiales, pero el punto sobre el que me interesa recalar, tiene que ver con los efectos psicosociales que estas diferencias habrán de desencadenar. Porque si no son las mismas condiciones materiales para todos, tampoco lo serán las razones de orden cognitivo para enfrentar este estado de excepción, que para decirlo claramente, ya ha puesto a muchos al límite de lo tolerable.


Por dondequiera que se lo vea, la reordenación de nuestra vida familiar ha significado un parte aguas de proporciones monumentales. El punto es que permanecer tanto tiempo hacinados en casa, tiene necesariamente efectos sobre todos, los tiene en razón de nuestra conexión con la realidad, lo que se expresa en alteraciones de nuestros ciclos de sueño o la percepción misma del tiempo, muchas veces no se sabe ya ni en qué hora o día vivimos, ni que decir de nuestros hábitos alimenticios, téngase en cuenta que el estrés puede hacernos comer de más, o incluso no comer; otro tanto toca al contenido de nuestras relaciones familiares y/o sentimentales, que lo mismo se pueden estrechar, que deteriorar, sacando a relucir todo tipo de desavenencias que rutinariamente se ven relegadas por una normalidad, donde lo que prima es la lógica de la productividad económica por encima de cualquier otra cosa.


Al final del día, es claro que comoquiera que se le busque pensar, el clima de incertidumbre derivado de este estado de excepción, nos ha llevado a todos al límite, pero entre todos los efectos posibles, pocos son los que se ponen a pensar en los estragos psicológicos de la cuestión. Y lo digo así, porque es un hecho que se piense lo que se piense, es altamente probable que tales efectos persistan en el tiempo, mucho más allá de lo que la propia contingencia lo haga o no. Vaya pues, la dureza de lo que permanecer lo más aislados posible, ha representado, recuerda mucho los escenarios de estrés pos traumático de guerras o desastres naturales.


Escenarios donde aunque se les declare formalmente superados, sus efectos sobre el común de las personas, se siguen dejando sentir años después. Por cierto que la consideración productiva, es no menos importante que todo lo anteriormente descrito en términos psicológicos, ya que resulta crucial para entender buena parte de los conflictos personales y sociales que esta contingencia está generando, porque aunque no se lo diga, otro tanto habrá de tocar en las transformaciones que se viven, si se piensa en el modo cómo trabajamos, y en el hecho mismo de que una parte muy significativa de nuestras vidas se encuentra ligada a nuestras relaciones de producción.


La cosa es que si nuestra vida familiar se ha visto trastocada de forma radical por el tiempo, las prioridades y/o los contenidos de relaciones mismas, idénticas consideraciones habrán de verse en lo productivo, y estas van por mucho, más allá de las pérdidas materiales derivadas del estado de excepción. No sólo se habrá que tener en cuenta las pérdidas directas, además habrá que sopesar el impacto de reconvertir nuestras capacidades laborales de modos cada vez más eficientes y creativos, para contrarrestar lo que estamos viviendo, siendo capaces de generar opciones de acción que nos brinden la posibilidad de prevenir que escenarios semejantes al actual se repitan y repercutan en todos y cada una de las consideraciones que se han tocado en esta breve reflexión. Queda pues abierta la duda de si sabremos sacar de lo que hoy vivimos el tipo de lecciones que se precisan.


Comentarios


Aviso Oportuno

Cuartos en Renta, Villa de Álvarez

Cuartos en Renta, Villa de Álvarez

Casa en venta, Villa de Álvarez

Casa en venta, Villa de Álvarez

Residencia en venta, Villa de Álvare

Residencia en venta, Villa de Álvare

Se vende Hyundai, Verna 2005

Se vende Hyundai, Verna 2005

Chevrolet Prisma 2016

Chevrolet Prisma 2016

Sentra 2005, Manzanillo

Sentra 2005, Manzanillo

Toyota Cambri 2016

Toyota Cambri 2016

Cambio por Tsuru, Colima

Cambio por Tsuru, Colima

1/18
1/543
WhatsApp Image 2024-11-05 at 11.01.29 AM (2).jpeg
organon_Mesa de trabajo 1.jpg
EC NOVIEMBRE LA LEALTAD 243 X 400.jpg
WhatsApp Image 2025-06-06 at 10.51.36 AM.jpeg
Cirugía de párpados

Periodistas comprometidos con la verdad

Quiénes somos

Contacto

Anúnciate

Aviso legal

Aviso de privacidad

Derechos Reservados © La Lealtad 2025

  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
  • Grey YouTube Icon
bottom of page