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Ágora: Una reflexión personal en torno al paro del 9 de marzo (PARTE I)

  • Foto del escritor: Emanuel del Toro
    Emanuel del Toro
  • 9 mar 2020
  • 5 Min. de lectura

Una reflexión personal en torno al paro del 9 de marzo. (PARTE I).


Gracias a quienes deciden intervenir en la discusión de temas como la violencia y sus implicaciones sobre el género. A decir verdad, estos últimos días se ha visto despertar el interés de la ciudadanía, por temas que desde hace tiempo deberían haberse discutido. Estoy seguro de que si los tuviéramos más presentes cotidianamente, difícilmente veríamos el umbral de descomposición social al nivel que hoy lo padecemos.


En cuanto a lo que yo pienso personalmente, trataré de explicar porque soy sumamente escéptico de la utilidad de paros semejantes al recién convocado para el día 9 de marzo del presente año, aunque reconozco desde luego dos detalles, primero, no todos tienen porque estar de acuerdo con el modo en que pienso; y segundo, pensar la realidad desde mi propia subjetividad quizá no sea lo más afortunado, porque no necesariamente lo que vivo sea representativo de la realidad nacional.


Si digo que soy escéptico de lo que un paro pueda generar, no para llamar la atención, que sin duda lo requerimos con urgencia, si al menos para hacer diferencia real en la vida de las mujeres a las que busca dar voz. Lo pienso de ese modo, porque además de las cuestiones cotidianas, soy de la idea de que el feminismo que deja fuera la conciencia de clase, le hace, incluso sin darse cuenta, el caldo gordo a quienes explotan a las personas y también a los propios machistas; con frecuencia escucho gente con la que desde luego no estoy de acuerdo, diciendo cosas como "las matan por salir a la calle, nada ocurriría si se quedaran en casa como más antes".


Aquello que el feminismo en cualquiera de sus tres variantes (primera, segunda o tercera ola), llama patriarcado, se compone tanto de violencia sexual, como de violencia económica, luego entonces, no veo como vamos hacer diferencia si buena parte de la narrativa manejada por los convocantes al paro, se hace eco única y exclusivamente de la violencia propiamente sexual o de género, no así dejando de lado la económica. Y no la incluyen básicamente por dos motivos, tienen sesgo de clase y además la mayoría forma parte entre los sectores más privilegiados del país, lo que con frecuencia les lleva a olvidar que, a muchos la sola idea de faltar un día a sus responsabilidades les puede significar la diferencia entre comer o no comer.


A propósito de esto último os cuento algo que me pareció terriblemente injusto, hará cosa de dos días hablando con una amiga, le preguntaba si pensaba sumarse al paro, y me dijo entre triste y enojada que no podía aunque si quería, por la sencilla razón de que en su trabajo les habían dicho que sólo a las que estuvieran sindicalizadas se les respetaría su salario si decidían sumarse al paro, en tanto al resto no sindicalizadas se les descontaría como se hace con cualquier día laboral cuando no se acude; esa pequeña circunstancia es violencia económica, pero no se gesta por razones de odio al género, sino por cuestiones de legalidad, esa gran ausente en el tema de la violencia.


Me permito un ejemplo más, que me parece todavía más injusto que el primero, el tema de la paridad salarial, creo que muy pocos en el país son conscientes de que en muchos ámbitos laborales, a la mujer se le paga menos por desempeñar exactamente las mismas funciones que a un hombre, eso es violencia económica y de la muy severa, porque tiene efectos sobre millones de personas. No expongo estas circunstancias para desacreditar el intento de lo que el paro convocado para el 9 de marzo pretende. Sólo digo que no creo que consiga lo que aspira en términos de concientización, y lo que es peor, no creo que termine de hacer diferencia en lo que toca a la vida diaria.


¿A qué voy entonces? Las razones de la desigualdad social no se hallan en el género, sino en la clase. El feminismo que no tiene conciencia de clase, no sólo sirve al patriarcado, además explota por igual que este, a quienes menos tienen. Los dos pilares de lo que el feminismo llama patriarcado, son la violencia sexual y la violencia económica. Luego entonces, es difícil echar a un lado al patriarcado de manera independiente con leyes que simplemente atenúen aspectos de las relaciones de género, si no se va a tocar también las relaciones de poder económico.


Y no creo francamente que quienes hoy llaman a un paro, estén siquiera cercanos a una idea semejante, cuando muchos de los convocantes son a su vez los sectores más privilegiados del país, los mismos en cuyo beneficio se ha ido alimentando la trepidante desigualdad que hoy tiene a millones sumidos en la miseria. Difícilmente veremos que una mujer que pertenece a dichos sectores, sepa entender lo que otras mujeres menos favorecidas enfrentan todos los días por cosas que para las primeras están garantizadas si o si.


Vaya pues, ya no digamos sólo entender, además ayudar. No creo que una señora en Lomas, el Pedregal o Polanco, pueda entender lo que su propia servidumbre viviendo en extremos de la ciudad por los que ni en broma se pararía jamás, pasa diario para que ella conserve su comodidad. Tampoco creo que entiendan en toda su magnitud lo que esto significa, porque es un hecho que en este mundo de contrastes tan brutales, muchos son auténticamente invisibles, porque ni siquiera tienen presencia cibernética. Ese nuevo nivel de desigualdad que no hace sino reproducir la misma violencia que debería contribuir a erradicar, pero que no lo consigue porque incluso su acceso está económicamente condicionado.


Hay muchas mujeres en las calles de esta ciudad y de todo el país que viven diario un auténtico calvario, y para las cuales la sola idea de ausentarse, así sea un día de sus respectivas responsabilidades, podría significar no comer ese día. ¿A qué voy entonces? Podríamos eliminar las razones estrictamente genéricas de la desigualdad, pero mientras se siga sin tocar las razones de lo económico, difícilmente veremos que se remedie un ápice el clima de violencia que hoy nos tiene a todos por igual sobrecogidos.


Ahora bien, ¿de qué sirve el paro si no bien pasando todo seguirá exactamente igual? Que se sienta la ausencia un día no tendrá consecuencias mientras la ausencia de legalidad no sea atendida. El feminismo que no tiene conciencia de clase es sólo un escaparate de los privilegiados para lavar sus conciencias porque no va resolver absolutamente nada; la trata de blancas bien gracias, la pornografía bien gracias, la música que degrada mujeres bien gracias, el mercado laboral que no tiene paridad salarial bien gracias. Si van en serio, háganlo efectivo, no estamos ya para expresiones que inviten a superar la violencia en el nivel de lo simbólico.


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