Cuarto oscuro: Superhéroe
- Fernanda Haro
- 15 ene 2020
- 2 Min. de lectura

Superhéroe
El momento en el que te das cuenta de que tus padres no son los superhéroes que crees que son, lo cambia todo. El momento en el que descubres que ellos también sufren y que les duelen más cosas de las que uno se imagina, es un gran golpe de realidad.
El recuerdo vive fresco en mi memoria, como si hubiera pasado ayer. Una noche calurosa me desperté entre sueños y escuché sollozos, mientras me despejaba un poco y prestaba más atención, me di cuenta de que me había quitado un calcetín y dispuesta a ponérmelo noté que el que sollozaba era mi papá. Lloraba como jamás lo había hecho y aunque no podía verlo, estaba segura de que él intentaba no hacer mucho ruido para no despertarme, incluso cuando él la pasaba mal, no quería que yo lo hiciera.
Me quedé inmóvil y sin saber qué hacer, empecé a preguntarme “¿Lo abrazo o lo dejo?”, pero la gran pregunta de todas era, ¿cómo no me había dado cuenta de su tristeza? Mi mente no dejaba de pensar si era la primera noche que lloraba o si ya llevaba tiempo haciéndolo. Entre sus sollozos y mis pensamientos la noche avanzaba y parecía no terminarse nunca, hubo un momento en el que se me empezaron a salir las lágrimas y así fue como pude quedarme profundamente dormida, sin saber por qué, ni cómo y sin poder haber hecho nada por él.
Por la mañana cuando desperté, se había ido y la casa parecía ser la misma de siempre. Me quedé unos momentos acostada, mirando al techo intentando procesar lo que había pasado, pero no tuve capacidad para llegar a alguna conclusión certera. Me levanté y en el pequeño y austero comedor encontré el dinero de mi desayuno y una notita: “buen día, paso por ti a la 1”. La normalidad de la nota hizo que rompiera en llanto, me asombraba su capacidad de poder mostrarse tan entero, aunque no lo estuviera en realidad.
En las noches me acostaba e intentaba quedarme despierta para escucharlo roncar y saber que se había quedado dormido, pero la que terminaba quedándose dormida era yo. Mis problemas de niña ya no tenían importancia, ahora solo quería que él estuviera bien.
Supongo que la vida se encarga de demostrarte las cosas y hace que las veas como tienes que verlas, es parte de crecer y de vivir. Podría decirse que mi vida después de eso fue muy diferente, nunca pude ver a mi papá de la misma manera y él nunca pudo saber el porqué. Nunca más volví a ser su niña pequeña y él nunca más volvió a ser mi superhéroe.
Pero a pesar de lo que la gente puede pensar, no me duele que haya pasado y que me haya dado cuenta de su sufrimiento, porque ahora tengo una visión concreta de lo que él es y puedo decir con seguridad que nunca lo había considerado tan fuerte.
Dejó de ser mi superhéroe para convertirse en el papá que necesitaba, el que me convirtió en lo que necesitaba convertirme.
Gracias.

















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