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En palabras Llanes: Otro 10 de mayo…

Otro 10 de mayo…


Por Alberto Llanes.


Estas fechas me ponen triste; el recuerdo de mi madre viene a la mente, irremediablemente. Hace tres años que partió de este plano, para estar en uno quizá mejor, donde no hay dolor, no hay hambre, no hay nada de esto y todo es paz, armonía y satisfacción. Hace tres años que no convivo físicamente con mi madre, que no la llevamos a comer, que no le regalamos nada en este día… sin embargo, todos los días me acompaña, la llevo en el pensamiento, a veces con mucha intensidad, otras menos, pero sé que ahí está, que viaja conmigo, que me cuida, me protege y me aleja de todo mal y peligro.


Es inevitable no pensar en ella, recordarla, sentir su presencia, saber que, de alguna manera siempre está ahí, a nuestro lado, con mi familia, con mi papá, con mi hermano, conmigo, cerquita de Richy, junto a Santi, acompañando a Rox, a Cat y al pequeño Iker.


No somos una familia numerosa o sí, porque, la familia, por más pequeña que sea, es numerosa, lo que sucede es que todos andamos desbalagados; unos aquí, otros allá, unos más lejos y otros más nos han borrado de sus contactos y ni siquiera sé la razón. Nos tomamos muy en serio aquello de: “Entre el pariente y el sol, entre más lejos, mejor” y así hemos andamos por la vida. Separados.


Cuando la familia es pequeña, como la nuestra, como la mía, la ausencia de alguien, alguien importante, un pilar como lo fue mamá se nota y se nota demasiado. Es una ausencia que no se llena con nada, con nadie. A esto vamos a achacarle que el 2020 nos quitó también a Socorrito, una segunda mamá, entonces la ausencia se hace abismal y los recuerdos se agolpan en el pecho y brotan en forma de lágrimas por los ojos y crean un surco que baja por las mejillas y se pierden en el pecho desnudo, en el pañuelo que aparece de pronto, en la almohada que es testigo fiel de nuestras lágrimas-recuerdos… Y solo eso nos queda, los puros recuerdos.


Celebro a quienes tienen a su mamá en vida, cuídenla, consiéntanla, abrásenla todos los días, díganle cosas bonitas… porque uno no sabe.


Yo disfruté a mi madre, me llevaba pesado con ella, pero ella se llevaba pesado conmigo, le decía viejilla, le decía loquilla, le decía borrachilla, pero ella sabía que era con mucho cariño, con mucho amor, luego la abrazaba bruscamente (como buen hombre que no sabe dar cariños más que de esta forma) y la cargaba en vilo y le daba vueltas y ella nada más se dejaba y me decía chintoleras, pero qué le hace, eran chintoleras con cariño, con amor… eran chintoleras que ahora nadie me dice, eran juegos bruscos que ahora con nadie hago…


Extraño mucho a mi mamá, no lo voy a negar, no lo puedo negar… a veces da la impresión de que no, pero en el fondo nos ha dejado un vacío un grande, grande, muy muy grande que nadie volverá a llenar.


Te mando un abrazo grande grande grande mamá, hasta donde quiera que te encuentres, hasta donde quiera que te halles, hasta donde quiera que sea habites, tu recuerdo nos queda clavado en el alma, en el espíritu, bien clavado en las meras entrañas y, es inevitable que estas fechas me pongan, como dijera Joan Sebastian, Sentimental…


Abrazos, mamá, feliz día… las lágrimas se asoman pero, tenemos que poner también la otra cara, abrazo bien bien grande…


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