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En palabras Llanes: La señorita Asperger



La señorita Asperger



"Puedo alcanzar los hitos del desarrollo y de la sociedad en un orden diferente al de mis compañeros,

pero puedo lograr estas pequeñas victorias en mi propio tiempo". Daniel Tammet.

"Miren, sé que a veces digo o posteo cosas extrañas,

pero es simplemente cómo funciona mi cerebro”. Haley Moss.


Por Alberto Llanes.


No soy un experto en el tema, pero seguro estoy que yo, Alberto Llanes, debo tener alguna condición que, quien vive conmigo, padece, disfruta o comparte, yo digo que tengo TOC y de pronto periodos de ansiedad. Sin embargo, me puse a investigar, como bien lo hace nuestra autora Cecilia Oñate. Dentro de mis investigaciones me pude percatar que desde el 2007 el asperger tiene un día para mundial que, dicho de otra manera, hacer visibles en el mundo entero a estos colectivos con respecto a sus necesidades y, sobre todo y lo más importante, hacer conciencia entre la sociedad y la opinión pública que esto es lo más difícil de hacer.


Daniel Tammet es un escritor británico que tiene más o menos mi edad, él está diagnosticado con el síndrome del sabio y el síndrome de asperger y en una de sus publicaciones titulada Nacido en un día azul narra cómo la epilepsia, la sinestesia y el asperger lo han acompañado desde su infancia.


Por otro lado, tenemos a Haley Moss, ella es abogada estadounidense, artista de pop, autora y defensora de las personas con discapacidades, ella fue diagnóstica, a los tres años, con autismo de alto funcionamiento es mucho más joven que yo y, bueno, hago hincapié en este asunto de la edad, porque resulta importante.


Daniel Tammet tiene 44 años y Haley Moss apenas está en los treinta, desde pequeños fueron diagnosticados y han vivido con estos síndromes y lo han hecho perfectamente normal, pero… ¿qué significa ser normal?


Acabo de vivir una semana intensa de presentaciones de libros y charlaba, a mitad de la semana que se acaba de terminar, luego o en medio de presentar una novela que habla de un mundo distópico, donde todo parece venirse abajo y su lectura provoca sí, cierta ansiedad y angustia, decía que, en mis años mozos decir que uno tenía o padecía algo semejante era impensable y, si alguien se atrevía a hacerlo, la medicina era paliza dada por los padres que, lejos de ayudar, empeoraba la situación y es que en el tercer mundo no estamos capacitados para tratar en el día a día a una persona con un padecimiento como este. Admiro a estas generaciones por tener el valor de definirse como tal, yo no pude hacerlo y, repito, quizá tengo un síndrome (obsesivo compulsivo… qué sé yo) y ni siquiera lo sé, repito, por eso voy a terapia.


Controlar las emociones no es cosa fácil y más cuando las emociones se alteran a cada minuto, a cada segundo en esta vida tan intensa que estamos viviendo todos los días, como bien sucede en las novelas distópicas donde sobrevivir no es lo único, sino lo más importante, nuestros niveles de estrés están al borde, nuestro exceso de trabajo ni se diga, las jornadas laborales se han extendido 24/7 los 365 días del año y parecen no tener fin, al contrario. Somos zombis de nuestro propio tiempo y vamos sin rumbo a lo desconocido a algo mucho más desconocido. Esto nos puede alterar sobre manera y entiendo que en las aulas haya muchas personas, cada vez más, con estos problemas que se agudizan todos los días.


Pero vamos a hablar de lo que nos atañe en este momento, de lo que nos puede salvar o, por lo menos, hacer más llevadera nuestra condición: la literatura, motivo que nos tiene reunidos aquí y ahora y, motivo principal que me llevó a conocer, primero leyendo y luego ahorita en persona, a la autora de este libro: La señorita Asperger, un gran personaje que nos lleva a adentrarnos en la vida de una aspy que tiene o vive momentos como cualquier otra persona, con emociones, enojos, frustraciones, alegrías, decepciones y demás, por eso decía líneas arriba, como una persona normal, pero, repito, ¿qué es ser una persona normal? Benito Taibo tiene un título con ese nombre y muy normal no es.


Octavio Paz dice que nos refugiamos en máscaras y que a lo largo de nuestra vida nos ocultamos tras ellas y que somos una persona diferente en nuestro lugar de trabajo, otra persona diferente frente a nuestra familia, otra persona diferente cuando estamos con los amigos y nos revelamos nosotros mismos cuando estamos en la comodidad de nuestra casa, donde se rebela nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero yo.


Disfruté y me identifiqué mucho con la lectura de La señorita Asperger que, como dice en el prólogo Sol Linares, es un libro bonsái, porque es de minificciones. Lo llevé conmigo toda esta semana e irá conmigo por siempre en mi dispositivo electrónico, estuvo el lunes cuando hice antesala en el hospital puerta de hierro y leí las primeras páginas, la primera sección titulada Ella, donde la autora se dibuja y nos cuenta cosas de una aspy, por ejemplo y cito: “Toda aspy presenta un serio problema: reconocer cuándo es momento de detener una historia”. (José Emilio Pacheco corregía y corregía un texto, porque decía que un texto siempre es perfectible, así, el cuento que leímos en una edición de 1963 podría no ser el mismo de una edición de años después esto debe tener o ser parte de una condición obsesiva compulsiva, definitivamente) y sigo citando. “La señorita Asperger habla y habla (y más adelante, en otra minihistoria, la señorita Asperger dice que le gusta tener la palabra en una conferencia, foro, charla, porque nadie le puede decir nada ni la pueden interrumpir, como me está pasando ahorita mismo a mí, jejejeje, esto debe ser parte de una condición definitivamente) y sigo citando y “junta una historia con otra, se esfuerza en que no quede un mínimo detalle por fuera, año en el que transcurrió un suceso, implicados, color del cielo, nadie es capaz de interrumpirla y, como le cuesta entender las señales de las otras personas no tiene idea de que está aburriendo a su interlocutor (como seguramente me debe estar pasando en estos momentos a mí, y esto debe ser parte de una condición, definitivamente, pero ya mero voy a terminar, casi) y sigo citando “recién se percata cuando queda sola con las moscas”, como los temas de la literatura que, a decir del escritor Augusto Monterroso eran tres: el amor, la muerte y las moscas…


He presentado muchos libros de minificción donde he ideado la escritura de nanocuentos, ahora mismo estoy con la idea de escribir microteatro, por ejemplo, pero me ha sucedido lo que en el cuento titulado Taller de escritura, donde he guardado un libro de cuentos en una carpeta guardada en otra carpeta que contiene otra carpeta, con otra carpeta más dentro de otra carpeta y así como una matrioshka que, al final, contiene la carpeta verdadera con la documentación requerida y esto debe darme signos de que tengo, definitivamente, una condición.


Yo también he ideado que algunos objetos sean bonitos floreros, como la señorita Asperger ideó que su vehículo, fuera uno de esos, como en el cuento Rojo escarlata y su coche Rayo Macqueen que es un Kia Morning rojo, motor 1.1, mecánico, modelo 2008, sólo que yo lo he ideado con los hornos de microondas o los televisores viejos.


He creído, también y a veces ciegamente, en el poder que tiene la Canabis ya sea en porro, en pipa, en té o en panqueques de esos que te dan risa, dijera el poeta de la rima fácil Ricardo Arjona. Entiendo el gusto, casi obsesión, que la señorita asperger tiene con las calculadoras, yo lo tengo con las plumas, los paliacates, todo lo que tenga que ver con los cowboys y las lámparas, eso debe hablar definitivamente de una condición, incluso me dio por coleccionar monedas, etiquetas de productos y corbatas que jamás me pongo.

Por último, quiero hablar un poco de la estructura del libro que está dividido en cuatro partes o secciones: Ella (que la componen 38 nueves ficciones breves); seguida por Yo (con 19 minificciones), para continuar con Otros (compuesta por 14 microhistorias) y cierra con una delicia o genialidad titulada Tú (compuesta por una sola historia titulada Test de personalidad), de esta historia enumeraré de la a la zeta alguna de las manías que se enlistan y sobresalen a lo largo de la lectura de este libro para ver si entre nosotros existe alguien más con este mismo trastorno para ser más que hermanos/as asperger, cada uno/a saque sus propias conclusiones: matar pulgas, arrancarse pelitos encarnados, comerse los mocos, reventar espinillas, beber café amargo, chupar el extremo de un lápiz, hurguetearse la nariz, coleccionar calculadoras, comer en la cama y buscar las migajas que caen en las sábanas y volver a comerlas, arrancarse la piel de las quemaduras (yo disfruto arrancarme la piel de las raspadas, aunque cada vez me he ido raspando menos), hablar sin parar hasta que termine una historia, tirarse gases, no bañarse, besar la nariz de su gato, comer caracoles, beber coca-cola, fumar porro, llevar las cuentas hasta de sus pasos, hacer llamadas telefónicas, limpiar con saliva su celular, oler los calzones sucios, investigar todos los datos de un tema que le interese, componer canciones a los volcanes, bailar sola, reventarse las ampollas con un alfiler (una delicia, por cierto) y, por último, hurguetearse el ombligo y tomar su olor…


Gracias a todos/as ustedes, a Ceci Oñate por la aventura en este recorrido literario y verme identificado y reflejado en algunas… muchas historias y gracias a Mirna Bonós, quien nos ha moderado esta mañana, que es quien vive, padece, disfruta o no, todas mis locuras y mis diversas condiciones tanto mentales, como físicas…



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