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Al Robot: Tiempo Visto

Por Edgar Tercero

Tiempo Visto


¿Te ha pasado que decides ver un vídeo y decidir que cuando termine te irás a dormir, pero no lo haces? En su lugar te pasas más minutos, inclusive horas pegado a la pantalla, durmiéndote hasta altas horas de la madrugada. Y al otro día despiertas agotado por haberte desvelado.


Un fenómeno que pasa mucho en jóvenes y algunos adultos que cuentan con estos dispositivos que nunca apagamos, siempre se encuentran a la expectativa de una nueva noticia, una recomendación, algo interesante que observar.


En las décadas pasadas las personas se acostaban con la tele prendida para dormirse por el ruido, en realidad no les gustaba la programación que tenía nocturnamente, sin embargo, había un punto que el dispositivo debía apagarse para que no consumiera más energía o simplemente se sobrecalentara.


Eso ya no sucede con las tabletas o celulares, inclusive hay quien nunca ha reiniciado o apagado su celular desde que lo compro. Inclusive se conectan a la luz para poder seguir viendo cosas mientras se duerme, y varía de acuerdo con el tipo de persona, los jóvenes no se despegan porque siguen esperando la aprobación de sus amigos, o mejorar el score que no pudieron avanzar por la mañana o la tarde debido a la escuela o los deberes. El mejor momento que están aprovechando es cuando ya están acostados en sus camas para continuar con esas actividades.



¿Pero qué obliga al humano permanecer conectado hasta la madrugada?


Existen varios factores, con el tiempo se han ido descubriendo nuevos comportamientos, así como dependencias. El acercamiento al mundo digital le resulta fascinante al ser humano, sobre todo porque hoy tiene al alcance de su mano un dispositivo que le permite a acceder a una gran variedad de información, pero también ofrece diversión y distracción para el cerebro.


No importa la hora, el lugar, inclusive existen zonas donde el material es más abundante y atractivo, pero sin importar de nuestra ubicación podemos acceder a situaciones o simulaciones que nos causan bienestar, y el sentirse bien puede convertirse en la mayor adicción de los seres humanos.


Antes teníamos horarios para realizar las cosas, ahora no tenemos restricciones, las bibliotecas cierran, pero el internet permanece abierto 24/7. Inclusive con un poco de conocimientos se puede tener acceso al material de novedad como películas que apenas se estrenaron en cines, gracias a vpns o servicios de películas gratuitas por internet las personas pueden disfrutar desde la comodidad del hogar de esos últimos eventos imperdibles.


La necesidad de bienestar, que nuestro cerebro genere esa dopamina para ser felices es parte de lo que ha provocado este fenómeno de interminable conexión. Por eso era de esperarse que, al trabajar desde casa, los empleados pasarán más horas resolviendo actividades del trabajo diario.


Esa necesidad de aprobación, de ser calificado, aceptado ha provocado que nuestros jóvenes permanezcan pegados a diferentes redes sociales, ocasionando una mayor distracción, efecto de querer todo al momento, y que su rango de atención se vea disminuido debido a este cambio continuo. Pero no solo se observa en jóvenes, también los adultos han generado una codependencia a estar conectados.


Esto es algo que ha sido aprovechado por varias redes sociales y sistemas de entretenimiento, que tienen algoritmos de recomendación de acuerdo con el perfil de las personas. Estos datos han sido otorgados libremente por los usuarios, sin pensarlo, nos hemos entregado a este frenesí que nos envuelve en una burbuja de nuestra propia satisfacción personal. Esto ha polarizado las decisiones, así como crear comportamientos tendenciosos que impiden llegar a un punto intermedio.


Un ejemplo de este algoritmo es el desarrollado por YouTube, que permite recomendar el siguiente vídeo que podría gustarte, y la estrategia funciona muy bien, dado que Google llega a pagar 1 peso o 2 pesos por encuesta contestada a cerca de la programación que se observa en YouTube.


En un principio se pensaba que con el simple hecho de haber hecho clic en un vídeo era suficiente para contar con que el usuario se había quedado viendo hasta el final del vídeo, conforme avanzo el tiempo encontraron un algoritmo que les permite ver el tiempo visto o “Watch Time”, lo que ha logrado obtener un mejor reconocimiento de las preferencias para los usuarios, logrando así mantener una cartelera idónea para cada usuario, por eso es que si observamos la lista de vídeos inicial que le aparece a una persona no es la misma que tiene un amigo o familiar, inclusive esta cambia conforme al tiempo y el último material buscado, pero principalmente que se haya quedado el mayor tiempo posible observándolo.


Si sumamos todas las variables observaremos que hay un comportamiento que ha transformado nuestras vidas, de tal forma que le entregamos a un robot el poder de decidir sobre lo que nos gusta, aunque no sea 100% acertado, pareciera que así es, sin embargo, debemos prestar mayor atención a lo que realmente nos gusta o solo nos causa curiosidad, no significa que sea realmente algo que nos describa.


Este algoritmo podría recomendar una comedia romántica porque fue lo último visto, sin embargo, pueden existir factores como la compañía o el momento emocional que se este atravesando por el cual se observo ese tipo de películas, cuando en realidad la persona puede ser un apasionado de las películas de acción.


No hagamos responsable totalmente a la máquina, también nuestras necesidades como humanos están permitiendo que se creen burbujas que nos hacen permanecer en nuestra zona cómoda o de gustos personales, evitando que entren nuevas ideas a nuestras vidas.



“La máquina no nos hace pensar más allá de lo que nosotros deseamos hacerlo”

Aviso Oportuno

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