Ágora: De ideas a ideas

De ideas a ideas.

No hace falta ser un gran experto en el tema para no ver lo extravagante e inviable de la cuestión. Lo que es más, me resulta incluso chocante tocar un tema de este orden, por el giro que ha tomado recientemente, pero la cosa es que desde que el actual gobierno federal asumió funciones, muchas formulas de la vida pública nacional no siguen los causes de lo conocido, y si bien se han dado pasos que confirman la voluntad de hacer las cosas con vista a recomponer la estructura de nuestro tejido social, a través de importantes políticas asistencialistas, lo mismo que de iniciativas encaminadas a reactivar la economía del mercado interno.

Lo cierto es que no todas las decisiones que se han tomado han resultado como se esperaría, lo que es más, no han faltado incluso situaciones que escapan a todo escenario conocido, tal es el caso de lo que toca a la venta del avión presidencial, el cual fue originalmente adquirido por el gobierno de Felipe Calderón con el propósito de renovar la flotilla regular de vehículos disponibles para el Estado mexicano.

Un tema que no ha dejado de generar ámpulas para una opinión pública siempre tan ávida de señalar insuficiencias y excesos públicos, y si bien es cierto que la idea de ver que un Estado como el nuestro se gaste la friolera de 218 mdd –que es lo que originalmente costó el avión presidencial que el país lleva un año intentando vender sin éxito–, para una aeronave de uso oficial. Todo parece indicar que nos llevará todavía un rato largo terminar de dirimir qué habrá de ocurrir con dicha nave, lo cual es por demás irritante si se tiene en cuenta el giro que la cuestión a tomado la semana pasada.

La cosa es que ante la imposibilidad de venderlo, en un estimado de 150 millones de dólares, cifra que se corresponde según un avalúo hecho por la ONU; yo dudo francamente que alguien quiera comprarlo por la sencilla razón de que quienes se pueden permitirse un gasto semejante, seguramente preferirán comprarse el avión nuevo. Hace un par de días el Presidente López Obrador sugirió en sus habituales mañaneras que el avión podría ser rifado o sorteado a través del sistema de la Lotería Nacional, incluyendo para hacer más atractiva la idea, que sea el propio Estado quien corra con los gastos de uso de la aeronave en por los menos los primeros dos años de uso; téngase en cuenta que adquirir y usar una aeronave no se puede siquiera comparar con la tenencia que cualquier otro vehículo pudiera generar.

Suena chocante decirlo de este modo, pero la cosa es que si adquirir dicho vehículo fue una muy mala idea, deshacernos del mismo está probando ser una idea muchísimo peor, porque se haga lo que se haga con el mismo, ya sea desde subastarlo –como originalmente se quería–, o sortearlo en la Lotería Nacional, como recientemente sugirió el Ejecutivo Federal, es un hecho que la misma habrá de seguir representando para el país un gasto que se antoja todavía más desagradable que el que representaría su propio uso.