Ágora: Nimiedades. Un comentario personal a propósito de un cuadro del General Emiliano Zapata

Nimiedades. Un comentario personal a propósito de un cuadro del General Emiliano Zapata.

Me parece extraño verme hacer un comentario del estilo, porque se supone que ya vivimos en un mundo en el que los convencionalismos retrógrados y el paradigma de la discriminación ha quedado sin efecto, sin embargo, la inútil polémica que se ha estado alimentando al respecto en la opinión pública nacional por un simple cartel que muestra a Emiliano Zapata montado sobre un caballo blanco en una pose algo amanerada, así como el morbo y la sorna con la que el cartel ha sido recibido por algunos, me demuestra que no.

Así las cosas no me queda otra que comentar al respecto, no porque piense que mi opinión importe mucho, sino por la sencilla razón de que sigo creyendo, como en tantos otros temas del estilo, que la frecuencia con la que cultivamos hipersensibilidades pendejas, por cosas que no tienen la menor importancia, lo único que demuestra, es que como dijera Benedetti: vivimos en un tiempo donde lo trivial se ha vuelto fundamental.

Si Zapata o cualquier otro personaje histórico nacional fue bisexual u homosexual, debería ser lo de menos al hablar de personas del estilo, digo, no creo que la bisexualidad del caudillo del sur le haya restado importancia a lo hecho por este hombre, del que hay bastantes testimonios de personas de su tiempo que lo ubican como bisexual.

Si a esas vamos, el país ha tenido en su vida pública bastantes más personajes veladamente homosexuales que por presión de sus respectivos entornos optaron por guardar un bajo perfil, al punto de verse vivir como heterosexuales cuando no lo eran, ejemplos hay para aventar, de los históricos están el expresidente Anastacio Bustamante, que además de homosexual era pedófilo; el General y también expresidente Victoriano Huerta, que además de alcohólico, se acostaba cada y tanto con hombres, o el tristemente célebre Ignacio de la Torre y Mier, quien fuera yerno de Don Porfirio y que fue sorprendido en aquella fiesta fifí de los 41, el 17 de noviembre de 1901, el mismo hombre al que no pocos le atribuyen haber sido amante del propio Emiliano Zapata, motivo por el que este le perdonaría la vida durante la revolución.

Ya más puestos en la actualidad, tenemos los casos de los expresidentes Miguel de la Madrid –del que incluso se dice que gustaba de vestirse de Geisha–, así como Carlos Salinas o el más reciente Enrique Peña Nieto quienes se dice que incluso pertenecieron en su momento a una cofradía de políticos homosexuales, luego entonces la idea de escandalizarse por un cartel como el que hoy está en boca de muchos, me parece una nimiedad que no le aporta nada a lo que de verdad debería ocuparnos, mejorar la calidad de nuestra vida pública.

Antes que escandalizarnos por las preferencias de un prócer de la patria fueran estas asumidas o no deberíamos preocuparnos más por el tipo de país que hemos hecho. Porque si Zapata o cualquiera de los líderes de la revolución mexicana viera el estado tan lamentable en el que más de la mitad de nuestra sociedad vive a más de 100 años de la lucha que iniciaron, seguro se vuelven a morir o mejor aún, regresan otra vez para volver a levantar al pueblo, que es ahí donde el ideario de lo hecho por ellos debería de mantenerse.