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Aladdín Crítica


Foto: Walt Disney Pictures

Aladdín Crítica

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¿Tienen algún propósito estos live actions? Hablando artísticamente, no. Disney genera enormes ingresos presentando cintas que consisten en copiar y pegar la trama, planos y personajes de sus películas animadas. Algunos justifican estas nuevas versiones argumentando que es más fácil que las nuevas generaciones se interesen en una versión más moderna y actual, en lugar de perder el tiempo viendo una cinta antigua catalogada por la crítica y por el público veterano como clásica. Pero la realidad es otra, si, estas nuevas películas están dirigidas a un público infantil, pero la audiencia en general son personas adultas infestadas de nostalgia que desean ver su cinta animada favorita con actores reales y con los mejores efectos especiales de la actualidad. El factor nostalgia nos incita a comprar una entrada, pero a la vez deseamos que esta cinta nos sorprenda tanto como lo hizo la original, acá es cuando Disney decide moldear un poco la trama, y la adapta a ciertos criterios sociales de nuestros tiempos.


Para aquellos que no vieron la cinta animada, Aladdín narra la historia de un ladrón que a la vez es noble y de buen corazón, se enamora de la princesa Jasmine, Jafar lo obliga a conseguir una lámpara mágica, este lo traiciona pero nuestro protagonista logra quedarse con dicha lámpara. Dicha lámpara libera a un genio que le concede tres deseos y Aladdín desea convertirse en un príncipe para estar cerca de Jasmine. Toda la cinta respeta esa línea de la original, pero también se reinventa con ciertos cambios, entre ellos, una escena con coreografía tipo Bollywood.


Hay una escena en esta nueva versión en donde vemos a Jafar – escrito e interpretado de manera atroz - como el nuevo sultán, él le dice a Jasmine que guarde silencio, ella solo es una mujer y las mujeres solo tienen que ser una cara bonita. Jasmine es alejada del lugar, al salir del aposento acompañada por dos guardias, Jasmine entra en una dimensión desconocida, hace un giro forzado para librarse de ambos hombres y estos se vuelven cenizas. Jasmine comienza a cantar “speechless”, una nueva canción exclusiva de esta cinta que habla sobre el deseo de libertad y su derecho a no permanecer callada cuando algo no le parece justo. A diferencia de la animada, Jasmine no contaba con una canción, su personaje se encontraba en segundo plano en comparación con Aladdín o El Genio, pero acá las cosas son diferentes, Jasmine tiene mejores escenas que cualquier otro personaje de la cinta. Estos cambios obligan a los guionistas a proponer nuevas ideas, pero al mismo tiempo tienen que seguir la línea principal de la trama, calcando varias escenas de la animada para que la audiencia sonría y diga entre dientes “mira, es igual que la animada”.


Aladdín sufre el mismo problema que tuvo “La Bella y la Bestia” con Emma Watson, expanden la historia de una cinta de noventa minutos y la convierten en un live action de dos horas, agregando nuevas ideas y personajes que al final no aportan gran cosa y en ocasiones se puede sentir pesada y algo aburrida. A pesar de los decepcionantes efectos especiales y de su guion tan extendido con altibajos, la dirección de Guy Ritchie (Sherlock Holmes, Snatch) funciona. El montaje y la forma con la que juega con los planos le dan cierta energía y ritmo a la cinta. Fuera del CGI, los vestuarios, los colores y algunos sets están muy bien logrados.


La mayor parte del elenco – excepto Jafar - hace un trabajo decente, Will Smith decide darle su propio estilo al Genio – una jugada muy inteligente – en lugar de imitar el trabajo de Robin Williams, el resultado final es bastante bueno. El Genio es divertido, carismático y probablemente de los mejores aspectos de esta película, sin embargo – y otra vez - los efectos especiales dejan mucho que desear. Smith luce raro, parece fuera de lugar, se ve tan digital y animado estando cerca de actores reales provocando que la magia del personaje se pierda. La música de Alan Menken – que regresa nuevamente a componer la música – no solo es grandiosa, le da cierto brillo a toda la cinta, también otorga cierto carisma y personalidad a las interpretaciones de Mena Massoud (Aladdín) y Naomi Scott (Jasmine).


Seguramente, en un mundo ideal, en otra dimensión, estas cintas live actions no existan, pues a pesar de que ofrecen una versión moderna y más atractiva para la audiencia más joven, no logran transmitir esa esencia de magia y aventura como las cintas animadas y originales. Aladdín es decente, pero está lejos de ser igual de buena que la versión de 1992.

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