Ágora: ¿La seguridad importa?

¿La seguridad importa?

El hecho de que cualquiera pueda ser siniestrado, agredido, violentado o incluso desaparecido, con el simple hecho de salir de casa en el cumplimiento de sus actividades cotidianas, dice mucho del franco estado de abandono en el que nos hallamos inmersos los ciudadanos en el tema de la seguridad y la violencia. En ese sentido, con la magnitud que el tema ha tomado en la última década, resulta preocupante que nadie, –repito–, nadie se encuentra a salvo.

Lamentablemente no es la primera ocasión que utilizo este espacio, para decirlo, pero resulta francamente preocupante y sinceramente lamentable, que el estado de inseguridad en el que permanentemente vivimos, no ha hecho otra cosa que incrementarse con el correr de los años, en una dinámica a la que no parece posible ponérsele fin. Cuestión que no sólo preocupa, sino que encima indigna, porque deja al descubierto, lo mucho que hemos perdido como ciudadanos de una localidad, en la que tradicionalmente solía decirse que era relativamente segura porque nunca pasaba nada.

Sin embargo, a últimas fechas, invariablemente de alguna forma u otra, más de uno ha debido hacer frente en carne propia, a una tendencia por demás negativa, que parece haber llegado para quedarse; porque la posibilidad de que cualquiera pueda ver amenazada su vida por estar en la calle con la razón que sea, es hoy una realidad con la que hemos tenido que aprender a vivir de forma cotidiana, como si vivir inseguro fuese algo común. Y me pregunto: Qué otro percance será necesario que ocurra, para que quienes están a cargo de velar por la seguridad pública, sepan reconocer, que las estrategias ensayadas hasta el momento resultan a todas luces ineficientes.

¿Quién debe ser el próximo en perder la vida o en desaparecer para tomarnos el tema con la crudeza que la cuestión amerita? ¿Cuántos más tendrán que verse alcanzados por las fauces de la delincuencia y la inseguridad, para ver en forma efectiva, que la preocupación del común de la gente, se materialice en una enérgica protesta frente al franco estado de indefensión en el que nos hallamos la mayoría? ¿Será tan difícil entender que bajo el actual escenario tarde que temprano habremos de perder todos?

Sin duda que no hay respuestas sencillas, sin embargo, es por ello mismo, que resulta imperativo hacer un llamamiento a todos aquellos que comparten responsabilidad, con el propósito de debatir públicamente qué vías de acción seguir, porque lo poco claro que hay en este tema de la seguridad, es que en el modo como se han llevado las cosas hasta el momento, existe muchísimo que perder y lamentar, al tiempo que nos hallamos cada vez más lejos de poder decir si las cosas habrán o no de mejorar. Lo cual no sólo es preocupante, sino que encima genera un sentimiento de indignación difícil de mediar, porque, cuando lo que se halla en juego es la seguridad del común de la ciudadanía, no existe concesión por la que valga la pena renunciar, a la posibilidad de repensar la cuestión, desde una óptica inclusiva que sume la voz de todos.

Con tanto por decir al respecto, no queda sino preguntarnos: Si habremos cruzado ya, el trágico umbral de la cómoda tolerancia e indiferencia, como para olvidar que el tema de la seguridad es un asunto que por su importancia e impacto, precisa del activo involucramiento de todos. En caso contrario, por mucho que se intente, cualquier esfuerzo resultará insuficiente.