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Vislumbres: Escuchar las minorías


ESCUCHAR A LAS MINORÍAS. –


El domingo pasado aconteció en la Ciudad de México una marcha ciudadana que originalmente tenía el propósito de criticar la renuencia del presidente electo para seguir construyendo el NAIM, en una porción ya seca del ex lago de Texcoco, y para cuestionar los modos en que la encuesta de hace tres domingos se llevó también a cabo. Marcha en la que, al margen de dichos propósitos, se acabó gritando “¡Fuera López!” Cuando todos nosotros sabemos que ¡aún no ha entrado!


Si nos ponemos a pensar tantito en ello, y aún tomado como válido el dato de que fue una marcha manipulada por los medios resentidos en contra del triunfo del tabasqueño, e incluso considerando que las cinco mil personas las que acudieron a dicha marcha sean “muy poquitas” en comparación a otras marchas de protesta, no creo, sin embargo, que el próximo presidente deba dejar de tomar en cuenta algunos de los señalamientos que esa minoría expuso, porque como quiera que sean son gente estará bajo su gobierno, y debe escuchar sus reclamos, para que no vaya a incurrir en el mismo error en que incurrió Carlos Salinas cuando, un día, durante su quinto o sexto informe de gobierno, se atrevió a decir, con desprecio a sus opositores, “ni los veo ni los oigo”. Todo ello si Andrés Manuel quiere, de verdad, que las cosas cambien.


UNA CÁMARA REBASADA. –


Tras de la comparecencia del gobernador y de algunos de los secretarios de Estado ante el Congreso Local, para realizar la glosa de Tercer Informe de Gobierno, se comenzó a crear la impresión de que no sólo los nóveles legisladores “fueron chamaqueados” por JIPS y su gente, al llenarles desde tempranito todas las butacas disponibles con gente bajo su mando, sino vapuleados en el debate por él mismo, y por al menos Jaime Flores Merlo, titular de la Secretaría de Educación, al que no pudieron criticar respecto a ningún tema.


Se confirmó, entonces, lo que muchos previmos en cuanto se supieron los resultados de las elecciones del primer domingo, en el sentido de que habrían de llegar a la Cámara algunos individuos (hombres y mujeres) que no estaban preparados para desempeñarse como verdaderos representantes populares, y que, si se habían llegado a colar hasta ella, no fue porque tuvieran méritos suficientes para estar allí, sino porque los llevó (o los arrastró) hasta el Congreso el tsunami político que había provocado AMLO.


Ahora, bien, y aunque de todo esto ya se habló y escribió antes, la pregunta que hoy salta es: “Señores diputados, ya perdieron algunas de sus primeras y mejores oportunidades para debatir, pero ¿se van a quedar así?”


Mi pregunta no va en la línea de irritar a esas personas para que, vengativos y encorajinados, le griten a quien los puso en evidencia: “¡Pero eso no se va a quedar así!”. Sino lleva el propósito de invitarlos a que se esfuercen por estudiar y prepararse más, para que ya no vuelvan a ser víctimas fáciles en ningún debate posterior, y estén (o al menos traten de estar) a la altura de las expectativas que tuvimos los que, incluso sin conocerlos, decidimos sufragar por ellos.


Creo que nos deben eso.


UN PROBLEMA SOBRE RUEDAS. –


Este próximo viernes 16 de noviembre se cumplirán 110 años exactos de que, encaramado sobre una góndola del ferrocarril que solía venir desde Manzanillo, llegó a Colima el primer automóvil del que se tenga noticia, y que fue propiedad de un coronel retirado de ejército estadounidense, Edgar K. Smoot, quien, a la sazón, se hallaba dirigiendo la construcción del “morro del rompeolas” en el puerto. Dato que por contraste con el gigantesco número de vehículos que hoy existe, me llevó a recordar que, el 22 de septiembre pasado se habría de haber llevado a cabo, según la muy buena intención de algunas agrupaciones ecologistas, el “Día Mundial Sin Autos”, pero, aunque me dé pena admitirlo en público, cuando llegó ese día ni me acordé de la idea y me subí al mío como en cualquier otra jornada más. Como supongo lo hicieron también la mayoría de quienes usualmente se movilizan por similares medios.


No sé, por otra parte, si haya habido alguien en Colima que, motivado por la (escasa) promoción que se hizo para participar en dicha actividad “mundial”, dejara de usar su coche, pero eso no impide que reconozca también los posibles problemas que se pueden derivar del uso indiscriminado y abusivo de los vehículos motorizados, porque, según informes que publicó el INEGI, en 2017 había en nuestra entidad, la casi increíble suma de 327 mil 683 vehículos automotores. De los que 170 mil 049 eran coches; 99 mil 183 camiones y camionetas de carga; más 57 mil 056 motocicletas que, como bien sabemos, emiten varios miles de toneladas anuales de gases contaminantes, y nos impiden a muchos hacer ejercicio, quemar las grasas y los carbohidratos, aumentando los riesgos de padecer diabetes y enfermedades cardiovasculares en un gran segmento de la población que, desafortunadamente, ya no se mueve a pie ni para ir a la tienda, la farmacia o la carnicería del barrio.


En ese sentido aplaudo cada vez más a los grupos bicicleteros que se han estado formando en nuestra entidad, y a los cientos de paisanos que han tomado la rutina de caminar, aunque haya no pocos de ellos que, en vez de salir caminando directamente desde sus casas, abordan sus vehículos para irse a caminar o trotar en las pistas de las unidades deportivas, o en los bonitos andadores que se han creado entre Colima y el Rancho de Villa, y entre Comala y Villa de Álvarez, por hablar sólo de los que hay en la zona metropolitana.


SI DE VOLAR SE TRATA. –


Y ya que hablamos de autos, de aeropuertos que se cancelan y de viajes en globos aerostáticos, como los que se están tratando de promocionar en Colima, creo que vale la pena saber que el 16 de noviembre de 1930, se inauguró el primer “campo de aviación” que hubo también en nuestro estado, y que se construyó allá por los rumbos del sureste de la ciudad, por donde casi 20 años después habría de construirse el tramo de acceso a la carretera nacional.


Hubo, más tarde, otro campo aéreo en Manzanillo, que se ubicaba, si mal no recuerdo, por los rumbos donde ahora se halla la Unidad Deportiva 5 de Mayo, y otro, pequeñito, que estaba paralelo a la carretera (hoy calle diagonal) por la que se entraba entonces al arenoso pueblo de Tecomán.


Luego, ya en los 60as, y después de los desastres que provocó en Manzanillo el ciclón Linda (del 27 de octubre de 1959) su campo aéreo se cambió a unos potreros llanos que había entonces detrás de la ranchería de Salagua. Mismo que siguió dando servicio hasta 1973, cuando el gobierno federal, presidido por Luis Echeverría Álvarez, construyó el Aeropuerto Internacional Playa de Oro. Sin que se nos olvide que, ya en tiempos de Miguel de la Madrid como presidente, y doña Griselda Álvarez como gobernadora, se construyó también, el Aeropuerto Nacional, en terrenos de la ex hacienda de Buenavista, municipio de Cuauhtémoc. Aeropuertos que, según datos oficiales, y pese a que durante la temporada invernal se incrementan los vuelos chárteres en el Playa de Oro, siguen sin alcanzar la capacidad máxima para la que fueron construidos. Lo que significa que están subutilizados.


¿QUÉ PASA CON LAS TIERRAS LABRANTÍAS? –


Tuve un primer acceso a los datos que en el Tercer Informe de Gobierno de JIPS se brindan acerca del número de hectáreas que actualmente se están cultivando en nuestro estado, pero aun cuando no pude descargar toda la información que los “Anexos” contienen sobre esa temática, tengo la muy incómoda sensación de que, comparativamente hablando, las tierras que durante los últimos tres años se han estado cultivando en los campos colimotes se “han achicado” en comparación a las que se cultivaban en el sexenio anterior y, con mayor razón, con las que se cultivaban hace treinta o cuarenta años. Aunque las que se cultiven hoy sean más de riego y estén más tecnificadas.


Pero por el hecho de que tenga esa ingrata sensación, no puedo (ni debo atribuir) la disminución de hectáreas cultivadas que comento, a la incapacidad manifiesta del gobierno estatal actual, sino al desinterés que tanto este gobernador, como los que le antecedieron, han mostrado, desgraciadamente, frente a los problemas que constantemente afronta la gente del campo. Haciendo de este asunto un caso muy añejo que, cuya manifestación más fuerte y visible se ubica en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y no tanto porque durante su gobierno se haya dejado de considerar a los ejidatarios como sujetos de crédito en todo el país, sino porque, deseando, supuestamente, insertar a México en “el mercado global”, hubo gente muy cercana a él (comenzando por Raúl, su “hermano incómodo”) que, aprovechando la indiscriminada apertura de las fronteras mexicanas al arroz, al maíz y al aceite de coco (sólo por mencionar tres casos que afectaron el agro local), hicieron jugosos negocios de importación, sin importarles el daño económico que estaban provocando a los productores locales y nacionales.


En aquel entonces recuerdo que un día entrevisté, por ejemplo, a Carlos Salazar Preciado (q. p. d.) y a Gonzalo Castañeda Bazavilvazo, acerca de esos problemas, y Chalo, quien era entonces el presidente de una asociación nacional de productores de coco, me describió muy comparativamente el caso de sus representados, diciendo que, años atrás, todavía durante el gobierno de José López Portillo, con la pura venta de los cocos que una huerta de 30 hectáreas producía cada tres meses, podrían ellos comprar una camioneta pick up, pero que, ya en tiempos de Zedillo, apenas podían comprar, con la misma venta, “una sola llanta para la misma camioneta”. Dando pie, con eso, a que los agricultores, quebrados o muy dolidos en su economía, pero deseosos de seguir trabajando el campo, crearan asociaciones de lucha como El Barzón. Que más tarde fueron intervenidas y politizadas por el propio gobierno.


Aparte de lo anterior, y desde que, a nivel local, en tiempos de Elías Zamora se puso de moda la venta de lotes en breña, suman ya cientos de hectáreas, que otrora fueron productivas, las que se han estado traficando en las zonas aledañas a las ciudades de Colima, Manzanillo, Tecomán y Villa de Álvarez, para realizar con ellas grandes negocios inmobiliarios. Llegando incluso a urbanizar las parcelas y las pequeñas propiedades que estaban situadas junto a los canales de riego en los casos de Colima, Coquimatlán y Villa de Álvarez. ¿Por qué se ha permitido eso?


Los gobiernos, estatal y municipales tienen (o debieran tener) las respuestas. Pero creo que serán más sus justificaciones.

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