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Vislumbres


HACER MEMORIA. –


Aunque los medios oficialistas tengan ya más de medio año insistiendo en que si elegimos a Andrés Manuel López Obrador “nos estamos jugando el futuro de México”, lo cierto es que el futuro nos lo estaríamos jugando con cualquiera de los candidatos que pudiésemos elegir porque cualquiera nos puede fallar …


Pero razonemos tantito y, si no hemos decidido aún, valdría la pena que nos propusiéramos algunas preguntas guía y recordáramos un poco de nuestra historia cercana. Así, por ejemplo: Si se pudiesen reelegir los presidentes de la república ¿votaría usted para reelegir a Enrique Peña Nieto? Si su respuesta es “no”, ¿descartaría usted la idea de que votar por José Antonio Meade es casi lo mismo que reelegir a Peña Nieto? Si su respuesta es “sí”. ¿Está usted dispuesto a refrendar esa reelección simulada?


Al ciudadano Meade lo han descrito sus apoyadores como ejemplar y honesto, pero ¿qué tan ejemplar y honesto puede ser un individuo que, siendo, como lo califican, un excelente recaudador de impuestos, no le pone freno a los altísimos emolumentos que se llevan los funcionarios de un gobierno voraz como el que encabeza quien lo impuso como candidato? Ahora bien, si él admite que haya un gobierno rico con los impuestos que le cobra a las clases medias y a la gente pobre ¿por qué tendríamos que confiar en él y creer que durante su eventual gobierno enfrentaríamos un futuro mejor?


En cuanto al caso de Ricardo Anaya, vale la pena recordar que hace menos de tres meses se le descubrió haciendo trácalas millonarias y buscando el modo de evadir impuestos triangulando ingresos a través de “empresas fantasmas” y “paraísos fiscales”. ¿Qué tanto podríamos confiar, entonces, en que un individuo como él vaya a manejar los recursos públicos con verdadera honestidad y transparencia? Otro día, hace menos de un mes, en un foro con reporteros, éstos preguntaron a Anaya acerca del monto aproximado de sus ingresos mensuales y, aunque buscó el modo de eludir el bulto, los reporteros lo presionaron y no tuvo más remedio que decir que, uniendo a los suyos los de su esposa, cada mes ganan aproximadamente cuatrocientos mil pesos ¡sin trabajar!, y de puras rentas o utilidades de empresas. ¿Es esto malo? No. Pero ¿qué tan hondas pueden ser las preocupaciones sociales de un individuo que no duda en hacer trácalas millonarias con tal de vivir en semejante opulencia? Y ¿qué podrían esperar de él todos los paisanos que hoy, desafortunadamente, tienen que trabajar todo el día para, cuando mucho, no morirse de hambre?


Respecto a El Bronco no creo que tendríamos gran cosa qué esperar de él, porque aun si milagrosamente pudiera resultar electo, al haber sido candidato independiente, tendría que enfrentarse, ya como mandatario, a un Congreso casi totalmente opuesto a él, y así no hay nadie que pueda gobernar.


Nos queda, pues, una sola opción: AMLO. Pero como no quiero parecer su panegirista, invito a cada lector a que medite en conciencia las siguientes preguntas: ¿Es AMLO de verdad tan ignorante, inculto y escaso de propuestas como afirman sus detractores? ¿Se parece realmente el tabasqueño a Hugo Chávez o a Nicolás Maduro? ¿Es AMLO populista sólo porque quiere que todos los gobernantes ganen la mitad de lo que hoy ganan, que los viejos tengan una pensión mayor, que los campesinos y los obreros reciban ingresos más justos y los jóvenes llamados ninis puedan trabajar o estudiar? ¿Es un iluso el ex gobernador del Distrito Federal cuando afirma que hay que “invertir en la gente”, pero preferencialmente en la formación de los niños? ¿Está equivocado Andrés Manuel cuando asegura que lo primero que debe hacer para gobernar en beneficio del pueblo es acabar con la corrupción gubernamental que ha llevado al país a la quiebra? Saque usted sus conclusiones.


CABILDOS Y CONGRESOS PLURALES. –


Una de las más grandes ventajas que, pese a sus defectos, nos han aportado las elecciones desde 1988 a la fecha, es la de que se ha desterrado la “unanimidad” que solía manifestarse en congresos y cabildos cuando el PRI era todavía el partido invencible, el del “carro completo”, el que fungía en los hechos como un partido de estado, e impedía que prosperara cualquier clase de oposición.


Hoy, la realidad es otra, pues tanto el Congreso de la Unión, como las cámaras locales de diputados, como los cabildos de prácticamente todos los ayuntamientos del país son un reflejo de la pluralidad que existe en este conglomerado gigante y multicultural que es México. Razón por la que, pese a los datos negativos que se puedan argüir en contra, veo con satisfacción que hemos prosperado y madurado como pueblo.


AQUÍ CERQUITAS. –


Sin ir más lejos de nuestro propio ámbito municipal, estamos presenciando un amplio abanico de opciones políticas para elegir en las diez alcaldías del estado. Un abanico tras del que se ve que, al menos en los cuatro municipios más grandes, e independientemente de quienes ganen la contienda, se integrarán muy plurales e interesantes cabildos. En los que ningún alcalde tendrá la mayoría suficiente para imponer sus decisiones y menos sus caprichos; sino que estará obligado a defender la utilidad pública de sus propuestas, y deberá someterlas al escrutinio y la opinión de sus pares. Varios de los cuales habrán de ser ex candidatos a alcaldes que, no habiendo obtenido la votación requerida para quedar al frente de dicho Cabildo, sí lograron alcanzar, empero, un porcentaje suficiente de votos para incorporarse a él por la vía, digamos, plurinominal, como primera o segunda minorías.


En el caso de Colima se vislumbra, por ejemplo que, desde el inicio de la próxima administración municipal, en el Cabildo habrá lo menos dos ex alcaldes como regidores, y otros dos que aspiraron a serlo. Dando como resultado la pluralidad que comentamos, y que obligará a todos ellos a razonar lo que allí se planteé desde el arranque de la misma, so pena de incurrir, algunos, en la necedad de oponerse a todo.


Pero pensando que todos ellos son gente sensata, es de esperar que, una vez que se tranquilicen los perdedores y se le bajen los humos al triunfador, lo que prevalecerá será una actitud favorable al diálogo, que a la postre beneficiará a todos los habitantes del municipio, y a los colimotes en general, porque la capital es de todos.


Un algo muy parecido se presentará en los cabildos de Manzanillo, Tecomán y Villa de Álvarez, porque aun cuando de momento los contendientes no se puedan ver ni en pintura, a partir del próximo 16 de octubre deberán sentarse a discutir (y a dialogar) en una misma mesa. Y no querrán, por supuesto, que los ciudadanos los califiquen de estultos, engreídos o necios.


¿Y NOSOTROS QUÉ? –


Por otro lado, y ya para finalizar esta última meditación previa al domingo primero de julio, cabe detenernos unos cuantos minutos para reflexionar también en un dato: me refiero a nuestra propia responsabilidad. A la responsabilidad que como ciudadanos tenemos. Pues nos queda (o nos debe quedar) muy claro que, como afirmamos arriba, los gobiernos que elijamos son un reflejo de la sociedad a que pertenecemos.


Dentro de este mismo contexto también debería quedarnos perfectamente asimilada la idea de que, muy al margen de quienes se saquen “la rifa de tigre” en las elecciones, todos ellos serán transitorios en sus responsabilidades como gobernantes, y que la sociedad, por ende, no sólo los trascenderá, como siempre lo hace, sino que los padecerá o los aplaudirá mientras lo son. Por lo que, en aras de mejorar nuestro propio entorno, y al margen, insisto, de “quede quien quede” en cada cabecera, diputación o senaduría, cada uno de nosotros debería seguir contribuyendo para que haya mejores condiciones para todos. ¿Cómo? Pues haciendo cosas que por principio son muy sencillas: saliendo, por ejemplo, todos a votar el próximo domingo; vigilando que las elecciones se desarrollen conforme a la legalidad y, ya después, acudiendo puntuales a nuestras citas; cumpliendo a cabalidad nuestras obligaciones; respetando tratos y contratos; barriendo cotidianamente las calles y banquetas frente a nuestras casas y solares; manteniendo limpias y bien pintadas nuestras fachadas; no tirando basura a la calle y sacándola sólo cuando así deba de ser; pagando puntualmente el agua, el predial y los demás servicios; manejando con prudencia y respeto; etc. Porque independientemente de lo que haga o deje de hacer el gobierno en turno, todo lo demás es una responsabilidad que, si bien deriva en lo colectivo, inicia en lo individual. Y porque nadie hará por cada uno nosotros lo que a cada uno corresponda hacer.

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